Ya las doce no darán en el reloj, estoy muy cansado pero, tengo que escribir, está sigue siendo la mayor de mis aficiones, a pesar de que hoy con la pintura he gozado plenamente, mejor dicho me han seducido. Mi querido diario, puede que hoy te cargue de sensualidad, pero que es un cuaderno de secretos, cuando no encierras en el todo aquello que no quieres que sepa el resto del mundo, son pues simples palabras escritas en un trozo de papel, pero cuando ellas se transforman en eróticos testimonios, dejan de ser una fantasía para convertirse en claras verdades.
DOS HORAS ANTES…
Llamaron a la puerta, yo estaba nervioso, no era la primera vez que Angela posaba para mí, aquella vez nos salvó la campana, hoy no permitiría que fuese así, por aquel motivo ya que mis pensamientos se adelantaban a los acontecimientos, no acertaba a dónde dejar los pinceles, por fin los arroje en la mesa, y llegué a la puerta y abrí, su belleza siempre me cautivaba, aquella mirada felina enfureció al león en celo, que podría con sus garras destrozar su indumentaria, para destapar aquellas curvas ejemplares de las que quedaba prendado cada vez que las contemplaba. Le permití que pasase, no podía ser de otro modo y a propósito la hice pasar delante, cediéndole galantemente el camino, retratando de aquella forma de arriba abajo aquel majestuoso cuerpo. No tengo la menor duda de que Angela lo sabía y consciente se contoneaba sobradamente al andar. Ya para entonces sentí como mí “pincel” se endurecía, imaginando sin más a mi modelo dentro de aquel vestido negro, al que solo le faltaba hablar para decirme lo que custodiaba en su interior. Quizás fui demasiado lejos y deje volar mi imaginación, cuando esbocé en ella el dibujo perfecto de su anatomía seductora. Al llegar a la habitación, me preguntó dónde debía sentarse, y ocupando el sillón que le indique, me provocaba haciéndome sentir envidia del contacto de su piel en el. Al otro lado del lienzo mis manos comenzaban a trazar líneas que desnudaban su belleza, solo en dos ocasiones tuve que acercarme a ella para recomponer su pose y al tocarla mi corazón se desbocaba, latía sin control, mi boca se secó de tal modo que mi lengua recorría mis labios cómo si lamiese los suyos, aquellos que carnosos y pintados de un carmín rojo fuego invitaba a ser mordidos.
Cogiéndola de sus hombros desnudos todo cobraba vida en mi cuerpo de nuevo, el tacto de su aterciopelada piel me hacía sentir una maravillosa excitación. Sensaciones que me costaba ocultar, cuando su repentino cruce de piernas me dejo ver que debajo de aquel vestido no llevaba nada. Seguí con mi ocupación, cuando ocupada estaba ya la parte musculosa de mi entrepierna, en el momento que mi trazo en el lienzo dibujaba sus manos, que se dejaron caer cóncavas en aquellos pasamanos del sillón, como si sujetaran en su interior la parte más delicada de un cuerpo varonil. Dos horas mudas relataron la sesión para la que Angela posó para mí, alejándose como llegó, andando sensualmente en su despedida…
Esto ha sido todo mi querido diario, gracias por dejarme explayarme en tus páginas, por dejar escrito en ti esas sensaciones que Angela me provoca y que soy incapaz de expresarlas realmente delante de ella.
Sensaciones que gracias a que mis manos están ocupadas tecleando no dejan que mi imaginación se convierta en una palpable realidad.
©Adelina GN