CON EL MIEDO DENTRO

CON EL MIEDO DENTRO

El miedo a lo desconocido siempre había sido un motivo en la vida de Irene para querer investigar aquello que creaba enigma.

Había llegado al oscurecer, la noche era tétrica se movían por el viento todas aquellas ramas que estaban cerca de las ventanas. Aquel sonido característico la ponía nerviosa, decidiendo darse un baño para relajarse.
Entró despacio en la bañera, el agua iba empapando su piel mientras se sumergía. Rodilla, muslo, poco a poco hasta que se sentó en ella.
Sus pechos tersos se quedaron fuera por lo que sus pezones se pusieron duros. El sonido crispante la volvió a estresar. Pero ahora no iba a salir de allí toda mojada, así que atemorizada como estaba tomó la manopla y la pasó despacio por sus pechos húmedos. Todo aquel conjunto de sensaciones la terminaron excitando, llegando rápido a comenzar a masturbarse.
Estaba sobrecogida había escuchado como la puerta de la habitación se había abierto y cerrado muy despacio, chirriando como en la más terrorífica película de miedo. Aún presa del pánico Irene llegó al clímax, gozo de aquellas caricias a las que estaba acostumbrada. Por eso aunque llena de pavor y desconfianza soñaba con que alguna vez sus sueños se cumplieran. Y que alguien, quién fuese la tomase y la hiciese disfrutar.
Su cobardía le impedía salir de allí, el agua se había enfriado y además de por el miedo, su desnudez provocaba que su piel se erizase. Alcanzó la toalla se levantó, de su cuerpo en aquel momento escurrió toda clase de fluidos no solamente el agua que dentro de ella había quedado. Despacio camino cubriéndose con la tela de rizo, descubriendo que la ventana estaba abierta.
Estaba cansada, no quería que el miedo fuese el motivo por el cual ella se excitase. No era la primera vez que alquilaba aquella habitación por noches para pasar una velada asustada y aliviarse ella sola.
Sabía que con un poco más de dinero podía tener un acompañante, pero nunca se había atrevido. Qué tontería, se decía, será por miedo, eso es lo que realmente me excita… Descolgó el auricular del teléfono, pidiendo su amigo de compañía por horas.
Estaba amaneciendo e Irene no dejaba de gemir, su respiración era agitada, gritaba y sollozaba. Su piel escaldada se veía rojiza, por sus poros casi sudaba sangre.
A pesar de todo aquello y aún con el miedo dentro, le pedía a su compañero de amor, que no parase.

©Adelina GN

MIEDO A DESPERTAR

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Aquellos escalones sentían la presión de sus pasos bajando la escalera, solo unos minutos separaban a July de su despertar diario. Uno… dos… tres… Contaba ella mientras deslizaba su mano por la desgastada barandilla, de la que siempre había sido su casa.

¿Miedo a despertar? Sí, mucho miedo, se preguntaba y respondía a la vez la joven muchacha, sin poder controlar aquel sueño que la atormentaba cada noche y le producía el miedo que sentía al despertar cada mañana.
Sentada en su cocina americana, reconstruida y actualizada para sin duda apartar los recuerdos de su mente terriblemente atormentada por la desgraciada infancia que había pasado.
Sorbiendo el humeante café, sus pensamientos revoloteaban encima de su cabeza como verdaderos fotogramas de aquella película que nunca debiste ver…
Apreciados por sus ojos en un color azul agrisado, un tono de terror envolvía su pesadilla, una noche y otra, desde hacía demasiados años.
Esa mañana July acudiría al psicólogo, sus continuos fracasos con diferentes tratamientos para mejorar sus trastornos emocionales, la obligaron a someterse a una sesión de hipnosis. Aquella recomendación iría acompañada de una dosis del suero de la verdad, ya que a nadie nunca ella, se había abierto contando su verdadera historia.
Las preguntas iban formulándose, a la espera de ser contestadas por una July dormida y ligeramente relajada, y la que entre sollozos como si de una niña pequeña se tratase, comenzaba a hablar con una voz aniñada y desdoblando su propia personalidad trasladando su mente a una de aquellas noches que por desgracia fueron muchas…
Les doy las buenas noches a mi papá, y a mi mamá…
Él continua leyendo su libro, allí en su sillón preferido, donde me sentaba en sus piernas, siempre me hacía cosquillas.
Mi mamá me regaña y me obliga a irme a la cama, hace frío voy descalza, pero subo despacio la escalera, un… dos… tres… Está suave la barandilla, me cuesta subir soy pequeña, pero llego arriba.
La luz esta apagada, tengo miedo, no quiero entrar en la habitación, me da miedo.
Todas las noches viene, me meto en la cama, no quiero dormir me da miedo despertar, no quiero despertar, ¡no quiero!
Hago como que duermo, arropada con la sabana hasta los ojos, veo como entra, lleva una capa…
Se acerca sigilosamente, me dice que no grite, va todo tapado… pero yo sé quién es…
Me acompaña durante un rato y me dice al irse que me duerma, que mañana me hará cosquillas…
Yo le digo… vale, pero cosquillas…
Intento dormir pero no puedo, no quiero, tengo miedo a despertar, que llegue la noche y que mi papá no me haga cosquillas…
¡No quiero despertar!

©Adelina GN

MI VIDA SIN TI

MI VIDA SIN TI

MI VIDA SIN TI – Relato para el Concurso – Palabras de Mariana

Aquel aspecto desolador me hacía retroceder en el camino de vuelta a mi ciudad… Nunca pensé cuando me alejaba del frente encontrar tanta miseria y muerte en aquella España todavía dividida. Cuando nos gritaron que la guerra había terminado mi único anhelo era regresar al lado de los míos. No tenía ninguna certeza de que estuviesen vivos, las noticias que unos meses antes había recibido no eran del todo alentadoras, pues quién me escribió fue Lola, la mujer que de no haber estallado la guerra civil, sería ahora mi esposa. Ella fue la que me dijo que mis padres habían enfermado, tal vez ya habrían muerto, pues solamente aquella triste carta de amor que poseo de la mujer a la que continuó amando me acompaña. Caminé cabizbajo, con la mirada fundida en el barrizal, imaginar que mis hermanos también estaban muertos no me resultaba fácil, pues yo mismo podría haber matado a uno de ellos en aquellos cuerpo a cuerpo de las dos España. Incluso Lola que me prometió amor eterno hasta que volviese, podría haber cambiado de pensar y no haber aguantado aquellos tres años de muerte y destrucción. Una gran cobardía se apoderó en aquel momento de mi mente, y mi orgullo varonil me atormentaba cuando pensaba que mi chica podía encontrarse en los brazos de otro hombre o que por las circunstancias podría haber tenido un hijo que no fuese mío. Continué andando, los lugareños hambrientos se acercaban sin miramiento, jalaban de mi ropa maltrecha, pidiéndome un chusco de pan para poder llevarse algo a la boca y estar fuertes para enterrar a sus muertos y continuar con sus vidas ¿pero qué era aquello? ¡No podía volver! me dije, tuve miedo de encontrarme con un infierno como el que veía mientras regresaba del frente. Ni el amor que sentía por Lola me harían regresar, ya había sufrido mucho para que mi vuelta ahora también me trajese sufrimiento y dolor, ausencias y desamores sería lo que me recibiría, no tenía ni la menor duda viendo lo que estaba viendo. Salí corriendo de aquella encrucijada que el destino me había puesto en el camino y después de tanto andar llegué junto con otros hombres que huían del horror que provocaba ver aquellas ciudades, a una con puerto, donde nos embarcamos a la aventura, donde las aguas de aquel mar Mediterráneo nos llevase. Así fue como llegué al nuevo mundo, me esperaba para renacer, seguro que allí encontraría un nuevo hogar, nuevos amigos y se suponía que un nuevo amor. Y así fue, todo fue nuevo, todo a estrenar, En conjunto todo salió redondo, procure que mi nueva vida me diese estabilidad encontrando un trabajo digno, nuevas personas que se brindaron a ser mis amigos, otros sin duda no lo serían nunca. 

Cuando tuve el dinero suficiente busque el amor, con plata se puede descubrir rápido y entonces me casé, ahora somos felices, tenemos dos hijos los cuales ya nos han dado, cuatro nietos que nos alegran la vida, atrás quedaron las penas, la miseria y tu amor, del que mi querida Lola nunca me he olvidado.
Por eso escribo este documento, quiero que lo recibas antes de que sea demasiado tarde para uno de los dos, y espero el tuyo de vuelta. Pienso que pude ser más valiente, que por no enfrentarme a la verdad que me esperaba, la busqué en una nueva vida, la que tuve la inmensa suerte de encontrar, pero solo.
¡Qué sepas! Querida Lola, que te sigo queriendo, que aún recuerdo tu último beso, ese que selló mi vida sin ti.

©Adelina GN