Comecocos literario -Eduardo Ramírez Moyano- —

¿Cómo se titula la segunda parte del libro que hizo famoso al magistral escritor, en cuyas páginas aparece la figura de un huevo que habla?

Comecocos literario -Eduardo Ramírez Moyano- —
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DICCIONARIO DE PALABRAS

DICCIONARIO DE PALABRAS

Escritores y Letras

DICCIONARIO DE PALABRAS

Frazada: Nombre femenino. Manta de cama gruesa y peluda que proporciona mucho calor.

Espero que os guste la sección de la web, intentamos descifrar alguna que otra palabra que no sea habitual en nuestro vocabulario. Por ejemplo, hoy mostramos esta: Frazada, vamos, lo que con normalidad llamamos, manta.

Seguramente, este término, frazada, que denomina a la manta de cama, no lo conozcamos tan bien, quizás, nos suena más, esa calentita tela que arrastramos hasta el sofá para ver la peli y que no se despega de nosotros hasta el final.

Pues veréis accediendo a Internet, es muy cotidiana, y yo no lo sabía, me desayuné ayer, nunca es tarde y siempre se aprende algo nuevo leyendo e investigando. Es muy divertido, aquí en Escritores y letras, lo estamos poniendo en práctica.

Aunque no es descabellada la idea de que alguien piense, que es mejor…

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Desde un tintero llamado corazón – Adelina Gimeno Navarro

Desde un tintero llamado corazón – Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

Desde un tintero llamado corazón

Envuelvo letras con sentimientos

Sentimientos con pesar

Pesar con talante

Y todo ello lo adorno con el lazo de la satisfacción.

Creando así mi regalo para ti.

©Adelina Gimeno Navarro

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DIOS MÍO

DIOS MÍO

Escritores y Letras

DIOS MÍO – Reflexión

Nunca olvides aquellas puertas que abiertas te invitaron a entrar. No dejes para después, el agradecer por lo que tienes.
Tu entusiasmo no debes ocultar, sabes que eso no es para siempre.
¡Amnistía para mis fracasos!
Aplausos a nuestros logros.
Aprender es un saber para siempre, un conocimiento para el corazón.
Brinda tu mejor sonrisa a las adversidades. Mientras el mundo se desmorona, la naturaleza te ofrecerá su mejor y más maravillosa luz.

Adelina Gimeno Navarro

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Por derecho – Adelina Gimeno Navarro

Por derecho – Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

Por derecho

Perder por derecho es la madre de la confianza.
No pierdas por defecto, esta que de la mano te lleva a aprender por derecho.
Nunca el desordenado contratiempo, te dirá lo que al final entenderás que tienes que valorar.
Valora el instante, vive ese momento en el que no tienes aquello que añoras y que por derecho puede convertir tu confianza en defecto.

Adelina Gimeno Navarro

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EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS

EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS

Escritores y Letras

EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS

Mador: Ligera humedad que cubre la superficie del cuerpo, sin llegar a ser verdadero sudor.

Me voy a estrenar en esta sección de la página Escritores y letras.

Nada más enriquecedor que conocer palabras, su significado y poder llegar a utilizar estas en nuestros escritos.

Los escritores nos nutrimos de todo aquello que nos proporcione aprender nuevos términos y palabras, nuestro vocabulario tiene que ser variado, actual y sonante.

Decir: “Está casi sudado”

Hoy he descubierto que es lo mismo que decir: “Tiene mador en la piel”

Me quedé boquiabierta al escuchar la palabra, pero cuando reaccioné lo primero que decidí fue escribir sobre ella y así, si es del agrado de la dirección de la página Escritores y letras, lo seguiré haciendo.

Mador es una palabra que sin saber su significado, no nos dice mucho, pero verdad que ahora que sabes lo que…

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Amor sin límites – Adelina Gimeno Navarro

Amor sin límites – Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

Amor sin límites

Nostálgico otoño, de crujiente hojarasca que aplaude al amarillento horizonte.

Él, de oscurecidas y tímidas sombras, esconde al sol que va desfalleciendo.

Aurora la que va rociando los cristales desde donde veo la amenaza fría de tu huida.

Mañana de un día en la que solo me quedan tus cálidos besos del despertar.

Late ahora mi apasionado corazón por el hombre que me atraviesa de amor.

Primavera eterna que me hace sentirme desnuda sin pudor.

Amándolo en verano, siento frío, en invierno, un extremado calor.

Nuestro amor sin límites, sin límites, de pasión.

©Adelina Gimeno Navarro

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Al escondite con las palabras – Adelina Gimeno Navarro

Al escondite con las palabras – Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

Al escondite con las palabras

Arropada, cansada, no me quiero dormir, acontece en mi mente el momento, agradeciendo su hacer.
Dejen de hablar, callen, leyendas urbanas, murmuros de una vida mejor, menospreciar no he de poder.
Esas malas lenguas curan la frigidez, agarrón sin raciocinio, jadeo profundo, amnistía de errores.
Linde que enloquece mi piel, me alertan tus gemidos, éxtasis, de un amor sin palabras.
Inconsciente pierde la voz, solo hablan las palabras, nuevos juegos de letras, que la pasión proyecta.
No hay incógnita al despertar, las risas enmudecieron, volviéndose el juego a comenzar.
Acontecen proyectos de amor que amortizan sentidos, calmando el deseo de un incontenible placer.

©Adelina Gimeno Navarro

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CONCURSO Zenda – Lo que está dentro

Esta es mi participación en el concurso de Zenda
Es un relato novelado sobre una curiosidad de Miguel Ángel Buonarroti en concreto de su obra el David.

HistoriasdelaHistoria

LO QUE ESTÁ DENTRO

-Desliza tu mano por el húmedo vidrio Mario, le decía, Flora a su hijo.
Mientras lo hacía, el niño esbozaba una sonrisa triste, su mamá enferma le quería mostrar que fuera de aquella habitación seguía la vida.
La lluvia resbalaba por el cristal, y el cambio de temperatura lo hacía sudar, mientras él se estiraba la manga, cogiendo el extremo con el puño y frotaba, viendo que fuera la lluvia no le dejaba salir a jugar.
Ella, también comprendía que a su partida el niño quedaría triste y abatido, por lo que personalmente era su deber como madre, que aquello no sucediese, explicar al muchacho que todo no termina con la muerte… Que su vida seguiría y que el sino estaba ahí, que lo que tenía que ser sería.
Pasados unos días de aquella reflexión que la madre hizo al niño, la lluvia había dado una tregua y un tímido sol lucia para el deleite callejero de cualquiera que viviese entre el arte que encierra Florencia. Mario con tan solo seis años quedó huérfano de madre, y no muy buena era la situación de su padre Luis, que junto a sus hermanos pasaron de vivir de rentas a tener que trabajar.
Nuestro amigo jugaba feliz, mientras que solo en la cabeza, le rondaba la idea de ser escultor. Pero su padre tenía otros planes para él, quería que estudiase ortografía, que llegase a ser un erudito de las letras. Allí en la explanada que rodeaba las viviendas vecinales, entre las que se encontraba la suya, Mario decidió que sería lo que el destino le tenía preparado, igual que su madre le aconsejó siempre.
Aquel muchacho creció, convirtiéndose en un apuesto hombre, alto fuerte y musculoso. Las mujeres lo perseguían, elogiando a su paso sus andares, aunque Mario bromease con ellas y se acercase en ocasiones, tan cerca de su rostro como insinuando sus modos. No era esa la feminidad que le gustaba, los similares al suyo eran los cuerpos que al escultor le agradaban. Aunque la atracción que lo atrapaba, la tenía injustamente que esconder, pues él sabía del consabido malestar de su padre, que unido al hecho de que quería ser artista, surgían las discusiones. Y aquellas habladurías lo situaban en el centro de todas las conversaciones habidas y por haber, de su entorno más cercano.
-Hay que esperar, todo llega en la viva, -recordaba Mario en aquella, otra tarde lluviosa, muy parecida a la que su madre le dio tan grandes consejos.
Mario, destacaba por su seriedad, gran trabajador e incansable artista, amante de lo suyo, tanto fue así que Mario asumió toda la responsabilidad de la familia.
Muchas eran las veces que su trabajo le mantenía sin dormir, era incansable, y un perfeccionista empedernido.
Al salir de su trabajo, le esperaba una lección de vida, algo que siempre llevó por estandarte, su humildad, sus ancestros con más de trescientos años de antigüedad en aquella artística ciudad. Un linaje al que hacer honor y al que honrar, estaba presente en sus obras de arte.
Una perfección infinita que lo llevaba a un místico estado, creía en Dios y en que todo es obra de Su Divina Mano.
Siempre y a la misma hora, Tomás lo esperaba en la esquina de la calle mayor del pueblo; él era un par de años más joven que Mario, pero la picardía no era la misma, tal vez el golpe al poco de nacer, historia que siempre se contó, le ocasionó un estado y una actitud tranquila sin malicia.
Aquel día sería especial, tan distinto que a Mario, Tomás le arrancó una sonrisa…
–Tenemos qué mover eso, Mario –preguntaba el infantil amigo del escultor.
–No (reía) –lleva esperando para mí –ha sido un material despreciado por otros artistas y yo, lo voy a hacer valer –y siguió diciendo Mario…
–Tomás, esperé mucho tiempo para limpiar la materia prima que me han proporcionado para el trabajo.
Mientras tanto hablaba, sus ojos iban componiendo lo que sería por el resto de su vida su obra maestra y perfecta, a pesar de que la historia se encargase de sacar de ella defectos y curiosidades.
El gran patio descubierto le sirvió para hacer diversas pruebas para realizar la escultura, arreglando el gran bloque de mármol que en tan malas condiciones le habían entregado.
Tomás le acompañaba a diario, él con su gran ternura que le caracterizaba dejaba que ella hiciese bondad cada día, mientras ponía en práctica una vez más la lección de amor por los demás y que su madre le inculcó desde niño.
Mario se abrigaba en sus oraciones, pensando siempre que le acompañaba en cada uno de sus trabajos. Y en este, posiblemente fuese así para los creyentes, ya que aquel era un bloque más de mármol. Sin duda manipulado por otros, pero igual que en todas las personas, lo bueno siempre está dentro y de ese modo tan singular, de una forma indirecta la lección de vida llegó a las manos de Mario.
Después de idas y venidas, de interrupciones consecuentes por diferentes motivos, la continuidad de su trabajo delante en la gran plaza, quedó terminado.
Un grupo de trabajadores de diferentes géneros del arte, se reunieron en torno al artista.
Sonreían, con sarcasmo, siempre en soledad nadie creyó aquello que vio, cuando Mario descubrió la estatua que había realizado con un cincel y sus propias manos.
El rostro de aquellos hombres, quedaba paralizado, sus risas enmudecieron y comenzó ahí la curiosidad y el dato que nos hace pensar…
–Mario, dinos, cómo lo has hecho –decía el que miraba el monumento.
Entre ellos especulaban y murmuraban, que no era obra de un ser humano.
Sobrepasando el atrevimiento, uno de ellos preguntó…
–¿Mario, de qué forma has podido sacar esa perfección extrema de los rasgos de la escultura?
Y ahí viene la humildad en forma esta vez de sabia respuesta…
–Queridos amigos, yo no hice nada, simplemente quite la piedra sobrante.

Adelina Gimeno Navarro