AFANTASÍA
Aquella rara enfermedad, no me permitía recordar, imaginar, ni soñar, pero en aquel momento en casa, después de haber estado en el museo, me asaltaba la sensación de relajación.
Era difícil volver a recrear la imagen que ahora me hacía sentir bien, entonces, Arturo, dijo: Mario, recuerda el lienzo de Monet en el que estuvimos parados…
Tenía que ser fuerte, constante y la mayor disciplina mejoraría una enfermedad tan cruel que cegaba mi mente, sin ver más allá de unas pocas sensaciones.
Retomando nuestra ruta por el mundo, seguimos sacando en cada parada la carta significativa del Oráculo del Tao.
Adelina Gimeno Navarro