Muchos pueden ser los protagonistas que amenicen estas líneas, o puede que tan solo con uno sea suficiente para que su lectura nos mantenga en ascuas desde su principio hasta su final.
Pretendo con ella que paséis unos minutos agradables leyendo la historia completa que a pesar de ser corta para muchos de los aficionados a mis novelas, intento que al igual que breve sea lo más intensa posible para crear esa expectación que interesa que tengan las intrigas
Una marea de personas desembocaba en la calle, a la salida de aquella boca del metro como era habitual cada una de las personas tomaba direcciones diferentes, camino a su destino de trabajo en aquella precisa hora.
Izquierda, derecha, centro, yo fui uno de los que tome una de aquellas orientaciones, me dirigía a los grandes almacenes en los que habían requerido mi presencia para subsanar una avería, parecía que sin importancia, por la poca prontitud que se intuía registrada en el aviso telefónico de mi empresa, pues mi superior me pidió que tomase el trasporte publico en vez del coche habitual con el que trabajábamos.
Podía haber sido cualquiera de aquellos individuos que corrían a sus quehaceres quien contase la historia aquí escrita, y que ocupa ahora la lectura, pero no sera así, pues yo era el mecánico que por llamarlo de aquel modo tenía que vivir lo que allí ocurriría.
Aquel aparato era uno de los más usados en nuestros días, es nuestro vehículo de interiores, en cualquier inmueble sea cual sea su altura hay al menos uno, cuando entramos en el, le dotamos de vida, lo convertimos en algo tan útil que en ocasiones no podemos prescindir de el, sin creer que cualquier día como ya estamos viendo en muchos de los inventos que cotidianamente manejamos actuaran a su libre albedrío.
Pero, sigamos con la historia que os tengo que contar, viene a ser sobre algo que ahora puede llegar a ser irreal. También podemos tachar el tema como intrigante, y a la vez leerlo como si de algo fantasmagórico se tratase, pero pensemos siendo realistas, que se trata de un hecho que podemos llegar a ver y que la realidad, no es otra que esta, la que comienza a ser un tanto familiar.
Fui a dirección me dieron la llave maestra, reaccionando ya en aquel instante de manera nerviosa cuando la tuve en mi mano, su contacto en mi piel me encrespo el cuerpo como si supiese que pretendía manipular su interior.
Pulse el botón para que bajase, pues vi que se encontraba parado en la planta tercera. Allí estaba, y sin decir “ábrete sésamo” sus puertas se abrieron dejando al descubierto su interior metalizado, en esta ocasión resaltaba el color amarillo, sus cuatro paredes resultaban acogedoras que forradas de espejos hacían que quien en el entrase se viese reflejado como entonces estaba ocurriendo conmigo.
Su cuadro de mando por un casual tenía varios de aquellos botones señalando sus diferentes funciones, dando la sensación cuando lo mirabas que como estaban lógicamente situados fuese cosa de magia.
Volví a fijarme en el y tomando a risa aquello que veía, descifraba un rostro humano, viendo como en un dibujo infantil trazos en los que se adivinaba unos ojos, la nariz y una boca.
Moví de un lado a otro la cabeza pensando que era lo que me estaba pasando, sin duda se estaba creando en mí, una paranoia mental que no era normal por la manera de pensar que tenía, yo era un tío serio, responsable y jamás había pensado que ciertas de aquellas causas paranormales me afectarían. Pero así estaba pasando, me agobie cuando sus puertas sin tocar ningún botón se cerraban solas, escuchando aquella voz en off que me avisaba “Las puertas se cierran” y la que estaba cansado de oír en numerosas ocasiones, y a la que siempre de guasa, respondía… “Gracias guapa”, pero aquella vez fui preso de un miedo atroz y a pesar de que siempre me expresaba con aquella frase, no tuve el valor de pronunciar palabra y enmudecí.
Para mi propia tranquilidad recordé que hay averías que solo se solucionan en el piso donde se producen, por lo que deje en un segundo plano ese ascenso que se ocasionó automáticamente.
Comencé a prepararme las herramientas que utilizaría para la reparación, sacando un destornillador de precisión revisándolo como si de un arma se tratase, me lo acerque a la cara y lo examine, diciéndome a mí mismo que era lo que estaba haciendo, que clase de tontería hacia, si estaba bien o mal nadie iba a notarlo, lo utilizaría y punto… volviéndome a repetir que a quien iba a manipular con aquel destornillador no sentiría si estuviese en malas condiciones.
Un temblor y unos saltos inestabilizaron mi equilibrio… descontrolando mi atino por lo que aquella punta afilada resbaló arañando la placa embellecedora…
Aquella manera de elevarse fue lo que me hizo pensar que tal vez estaba siendo manipulado por alguien o en el peor de los casos por algo extraño. Situé el utensilio manual en uno de los orificios para proceder a desatornillar uno de los remaches que unían la placa para que se soltase y acceder así a su interior, justo era el que se encontraba al lado de lo que parecía uno de los ojos, puse tanto vigor en la acción que salio del un líquido viscoso que parecía aceite, aquella grasilla se deslizaba ante mis ojos como una lagrima…
Me negaba a pensar que fuese aquello y me dije…
– Pero Dios mío que estoy pensando…
Tenía que reaccionar o me volvería loco, apreté más con todas mis fuerzas, tenía que acceder a su interior como fuese, basta ya de pensar en tonterías o no terminaría de solucionar aquel problema…
Mi corazón dejó de latir cuando yo realice aquella maniobra, ya que a la vez que seguía apretando el mecanismo del ascensor, se frenaba de golpe causando un chirrido que se parecía a un lamentable grito de dolor…
Pero de quien me preguntaba, de nadie me contestaba al instante…
Solo era un ascensor dispuesto de una computadora, por aquello se movía solo… los sonidos que emitía eran los típicos de aquellas maquinas, los que yo había escuchado decenas de veces cuando las reparaba… No había pues de que extrañarse, todo me debía de parecer normal… pero ¿por qué no me lo parecía?…
¡Por Dios Santo! Gritaba, -¿qué es lo que me pasaba? Dije apretando cada vez más fuerte intentando contestarme de aquella pregunta…
¿Cómo podía una simple avería coaccionarme de aquel modo? En lugar de contestarla volvía a preguntarme, haciendo palanca con el útil solté aquel embellecedor dejando al descubierto lo que se deducía que eran sus tripas, un sin fin de cables que yo reconocía como tal, pero también imaginaba que eran sus venas y arterias pues una de ellas bombeaba como un auténtico corazón humano.
Cuando note que aquel ascensor se paraba en seco, causando que lo que llevaba en la mano dejase de causarle dolor. Estaba enfadado conmigo mismo, mi temperamento salio a la palestra, no podía permitir que detalles como aquellos truncaran mi buen hacer como mecánico, así que lo recogí y con aquella pausa de movimientos fortuitos retome mi trabajo.
Poco a poco fui tanteando por donde yo creía que se encontraba el defecto que lo hacia funcionar de aquel modo, pero mi mente me jugaba esta vez otra mala pasada…
Comenzando a hablar le hacia una pregunta…
-¿Estas bien? Tendré cuidado procuraré no hacerte daño…
En aquel momento de incertidumbre, en la que maquinaba despacio su interior, algo que nunca había hecho, un calambre eléctrico producido por aquellos hilos en los que yo no había hurgado alteró mi calmado trabajo para no hacerle daño, obsesión que terminaba en aquel preciso momento, pues me enfade…
Empuñando lo que llevaba en la mano como si fuese un arma blanca, la que preso de la ira la clave de forma agresiva unas cuantas veces…
– ¡¡Se terminó, basta de tonterías !!… le dije…
– ¡¡Si es que tienes vida propia… muere cabrón !!… gritaba desesperado…
En aquel momento todo se quedó a oscuras, nada de lo que allí ocurría podía llegar a ver… pero percibía una respiración agitada debilitarse…
– ¿Estas bien?… no sabía si obtendría contestación, pero hice asustado aquella pregunta…
Conseguí calmarme pues después de mis palabras las luces fueron apareciendo encendiéndose primero la que estaba justo arriba de mi cabeza, aquella que se atormentaba con los pensamientos que estaba teniendo…
Luego de aquella placa que colgaba de unos cables, los botones que me habían parecido un rostro comenzaron también a iluminarse, aquellos que parecían los ojos con menos intensidad, pero la hilera que simulaba la boca con más, cerré y abrí los ojos pues me sonreía… algo que me enloqueció de tal forma que di un puñetazo en el cristal que me quedaba más cerca.
De nuevo se ponía en marcha y retomaba el descenso, fue una bajada lenta, despacio aquel ascensor iba comiendo números… 12, 11, 10 y sin poder darme tiempo a contar más una fuerza centrifuga hacia encogerse mi estomago…
Lo sentía en mi garganta, sensación aquella que fue causada por la gran velocidad que entonces llego a tomar. No quise ni imaginar lo que podía llegar a ocurrir, si no dejaba de descender tan rápido, podía morir, estire mis brazos sujetándome con las palmas de mis manos apoyándolas en las paredes de cristal, induciendo así un frenado para mi propio cuerpo o se estamparía en el suelo cuando llegase abajo.
Mi rostro se reflejaba en aquellas paredes de cristal, mostrándome a mí mismo, aterrorizado y preso del pánico. Recordando aquellos minutos de miedo, sé que rece y lo hice repetidas veces, me aclamaba a Él pidiendo clemencia algo que últimamente tenía olvidado, pero cuando ves que lo irremediable se acerca te aferras a un clavo ardiendo y en ese momento mi tea de esperanza era en lo que yo siempre había creído y no en lo irreal y en ocasiones probablemente inexistente para los creyentes.
Lo que me llevo allí no tenía porque causar mi muerte, tan solo cumplía con mi trabajo…
– Pero de que me estaba justificando, me parecía cruel la venganza de aquella maquina hacia mi persona, cuando mis intenciones eran solamente para arreglar su mal funcionamiento… Cuando volví a preguntarme…
– ¿Por qué juzgo su comportamiento? Si en realidad solo aquello era… un ascensor como tantos otros.
No me dio tiempo a pensar ni tampoco a hacerme más preguntas… Pues de pronto aquella mole de hierro que servía solo para trasportar gente de unas alturas a otras y una maquina informatizada para cumplir con su función volvía a cobrar vida propia o al menos aquello es de lo que yo quería convencerme de que estaba equivocado.
Un golpe en seco frenó el descenso de la maquina, haciendo que mis manos perdiesen la sujeción con la que estaban adheridas a la pared y caí de bruces sin remedio en su suelo, perdiendo el conocimiento o aquello es lo que me contaron cuando me encontraron y lo que yo os describiré a continuación…
El ascensor se detuvo en la planta baja donde mismo me había estado esperando, sus puertas me dijeron que se abrieron sin ningún signo de mal funcionamiento, la propia maquina me había devuelto al punto de partida, encontrándome sus nuevos pasajeros allí tendido como si estuviese dormido…
Sin encontrar nada extraño en su interior, imagino que esperarían a que yo despertase o me despertarían para que contase que demonios hacia allí acurrucado en forma fetal en una de sus esquinas.
Tendrían que creerlo, pues ni yo mismo sabría cómo explicarme ya que todas las herramientas utilizadas por mí estaban bien guardadas en aquel cinturón para aquel fin…
Me di cuenta de aquel detalle cuando me levantaron y me preguntaban que había pasado…
Aunque lo primero que mire cuando abrí los ojos, fue aquel cuadro de botones, que sin muestra de haber sido manipulado estaba perfectamente cerrado… y que continuaba sonriéndome…
Mientras unos médicos llamados por la dirección me atendían escuche un corto dialogo que hacia que volviese a mí la sensación de que el tiempo se había detenido mientras estuve preso en su interior…
– ¿Cuánto ha estado inconsciente? Preguntaban…
– No debe haber sido mucho, puesto que tan solo le dio tiempo al ascensor de subir y luego bajar con toda normalidad… respondieron a la pregunta…
Seria psicológico o de verdad el espacio de tiempo que a mí me había parecido eterno fue poco, no entendía nada, pero confiaba en que los allí presentes viesen como yo que aquello aunque extraño me seguía diciendo que tenía vida, mientras yo les decía…
– Veis, no estoy loco… mirar, mirar ¿lo veis?, me sonríe…
Mientras intentaba que viesen lo mismo que yo veía me cogieron por debajo de los brazos…
– Tranquilícese… por favor… me decían mientras me levantaban entre dos, repitiendo yo mis palabras cada vez gritando más fuerte…
Y para rematar y dejando mi asombro pasmado, presencie algo que termino por darme la certeza de lo que yo sospeche desde un principio respecto a que aquel ascensor cobró vida cuando estuve en su interior…
Aquel telefonillo situado en uno de los laterales de la placa con los botones quedó suspendido en el aire de su cable, despidiéndose de mí seguía sonriéndome…
Sus puertas al cerrarse automáticamente lo ocultaban, de hecho, no mencione lo que había visto volví la cabeza hacia delante y la agache…
Nadie me hubiese creído… seguí andando ayudado por aquellos enfermeros que impedían que me cayese al suelo de nuevo, pues mis piernas flaqueaban de miedo al ver aquello.
Estoy seguro de que en su interior se escuchó de nuevo aquella voz femenina que siempre decía…
“ Las puertas se cierran”…
Sin duda fue una experiencia más en mi vida, la que golpeo dejando traumatizado mi cerebro, pues nunca, jamás me creyeron cuando en varias ocasiones intente contar lo que me había pasado.
Después de los días regrese a aquel lugar, de nuevo fui en metro, pero esta vez de manera particular, quería investigar por mi cuenta y aclarar mis ideas, no podía seguir atormentando mi cabeza sin saber si lo que había pasado era realidad, tal vez sufrí un desmayo e imagine todo lo ocurrido.
Tenía que descubrir si había vuelto a pasar y si era así, hablar con la persona que como yo había notado que aquel ascensor tubo vida por unos minutos…
Continué caminando dirigiendo mis pasos, hacia los grandes almacenes, esta vez no me darían la llave maestra, iba como un cliente más, así no sufriría ese primer escalofrió que me impacto nada más encerrarla en mi mano.
Espere paciente a ser el único delante de aquellas puertas y fue solo entonces cuando al abrirse entre con un recelo que rozaba la desconfianza, pues lo primero que mire fue esa cara que seguía viendo dibujada en el cuadro de botones… pero sin sonreír…
Una vez en su interior y al cerrarse las puertas, sentí algo diferente, estaba tranquilo, sereno y sosegado, mis manos no temblaban y escuche aquella frase…
“Las puertas se cierran”… esta vez no me dio miedo y le conteste…
– Gracias guapa… sonreí y apreté uno de los botones, en este momento no recuerdo cuál pero no tengo la menor duda que después de lo que me había ocurrido aquella vez no estaría demasiado alto… y comenzó a elevarse… su ascenso era apacible nada que ver con el anterior, levante los brazos y mirándome en el espejo de aquellas paredes dije…
– No llevo nada… puedes estar tranquilo…
No podía creerlo volvía a estar hablando con una maquina, así antes de que volviese a tener otra alucinación que me hiciese comportarme como un auténtico demente me puse la mano en el bolsillo a la espera de que llegase a su destino y que retomase el descenso, para salir de allí y seguramente no volver más si no me lo pedían…
Me puse a pensar que tonterías habían estado albergando en mi cabeza durante aquel tiempo, era lógico pensar que aquella mañana yo no debía estar muy bien cuando entre en aquel ascensor para reparar su avería, por lo visto me desmaye y tuve un sueño terrorífico, una pesadilla de esas que parecen reales… seguramente aquello fue lo que paso aquel día… continué pensando…
Pero, mientras lo hacia y reía viéndome mi cara en el espejo la cual se veía completamente diferente a la de aquel día… Palpe dentro de aquella apertura en el pantalón un abre cartas, lo saque de allí y lo mire intentando recordar cuando lo había metido en tan semejante lugar que no era el habitual para aquella pieza…
Mi mano pasó tan cerca con aquel movimiento, de uno de los botones que el ascensor comenzó a temblar, a descender rápidamente, sus luces se hicieron intermitentes y al final se oscureció por completo… todo se apagó… todo menos aquellos botones que simulaban un rostro…
Un par de aquellos siguieron encendidos, uno en el centro de igual modo iluminado, y por último lo que pude ver fue la fila de tres que parecía una boca también encendida…
La cual me sonreirá… a la par que la voz escuchaba que decía…
“Las puertas se abren”…
“Solo hay que pensar un poco y aceptar que hay cosas que ocurren por extrañas circunstancias, o casualidades en ese momento… pero tal vez como una vez me dijeron cuando ocurren esos casos… «Sin duda detrás hay una energía atrapada que hace que muchos enseres domésticos y maquinas eléctricas cobren vida propia…”
©Adelina GN