MI ESTRELLA

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MI ESTRELLA

Como siempre llegaba tarde a desempeñar su trabajo, siempre teniendo presente el compromiso que la obligaba. Su realización estaba unida a las letras, a la definición de ciertas pautas que formaban el reto creativo.

Y pensó: “Mi estrella, tú que estás en el Olimpo de la verdad, que me cuidas desde la eternidad”

A ti y solo a ti van dirigidas mis palabras:

Manantial de abundancia referida al amor.

Caricia sincera que erizaba y eriza mi piel.

Aroma de la flor de la positividad.

Color del deseo abordando dolor.

Eres mi estrella, mi necesidad ausente, mi sentimiento presente.

Mi madre.

Adelina Gimeno Navarro

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EL REVÉS DE LAS PALABRAS – Adelina Gimeno Navarro

EL REVÉS DE LAS PALABRAS – Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

EL REVÉS DE LAS PALABRAS

Nunca en el envés de tu conciencia encontrarás la verdad.

Proyecta verdad sin hacer omisión alguna a tu conciencia.

Verdad, conciencia.

Conciencia agradece, verdad regala.

Conciencia, verdad.

Regala verdad, agradece a la conciencia.

Oscuridad del alma que muestra arrepentimiento

alojamiento perfecto de la oscurecida alma.

Crece en la adversidad, paga con tus errores.

Agradece a la conciencia que te regala la verdad

para que tus errores se arrepientan.

©Adelina Gimeno Navarro

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El reto de la semana: Dulces y frutos secos sobre una mesa

El reto de la semana: Dulces y frutos secos sobre una mesa

Muchas gracias, Ana, por tus palabras y por tu confianza. Seguiré haciendo frente a los retos ✍️

Las Palabras Descarriadas

El reto de hoy está basado en el cuadro «Dulces y frutos secos sobre una mesa«, de Tomás Hiepes..
Y ahora os dejo Adelina GN, que nunca defrauda.

Después de leer los detalles sobre el bodegón que se presenta para escribir sobre él. Me puse a pensar qué palabras podrían adornar tan maravillosa obra de arte.
Un cuadro expuesto en el Museo del Prado, que reúne todas las cualidades para denominar de él que es una auténtica obra de arte. Solamente con recorrer la mirada sobre tan sugerente imagen, llegas a percibir ese aroma individual que asoma a tus sentidos, visualizando la diferente repostería, con tan sabroso aroma.
Es más que fácil percibir el olor a pan recién hecho, el crujir de su corteza cuando es partido como antaño sin la necesidad de utilizar una herramienta de cocina, en este caso el hiriente cuchillo que resulta ser en…

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SOIS MI VOZ, MI SENTIR – Adelina Gimeno Navarro

SOIS MI VOZ, MI SENTIR – Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

SOIS MI VOZ, MI SENTIR

Agradezco vuestra inspiración que quiebra todo asentamiento de mis pensamientos.

El cobijo dado a expresiones vividas e imposibles de aceptar.

La sana reflexión que plasmada en letras alivia el alma deprimida.

Sois morada de mis enfermizos recuerdos, de las vivencias más agradables y del satisfactoriamente encuentro con la verdad.

Letras que revoloteáis sobre mí, mariposas que con inquietud os acercáis para ser acariciadas por mi pluma.

Dadme cual beneplácito de vuestra expresión.

Entendible idioma que facilita el amor, que amortigua desvelos, facilitando placenteramente el amanecer.

©Adelina Gimeno Navarro

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RELATIVO AL AMOR

RELATIVO AL AMOR

RELATIVO AL AMOR

Desde allí dentro parecía un lugar acogedor, la zona encharcada era obvio que estuviese así, encharcada, puesto que las lluvias primaverales en esa época, ese año se habían alargado en el tiempo.

Irene, llegaba a su destino, un maravilloso paraje y unos no menos maravillosos días la esperaban, todo se suavizaría, se tenía que suavizar.

Anduvo hacia la recepción de aquel bosque materializado de urbanismo que  adaptado y con un aspecto moderno, mostraba sus comodidades en carteles anunciadores, mezclándose estos con la predispuesta y enfocada naturaleza. La que aliviaría todo trauma acumulado, fuera cual fuera la causa o aquello es lo que se anunciaba en el folleto que llegó a sus manos hacía ya un mes.

En el sorteo del barrizal, mientras caminaba y para no meterse de lleno en él, Irene dejó que le tocase a Marc, mientras este estaba pendiente de la avioneta que surcaba el cielo, haciendo publicidad aérea de El Parque Monkey.

Ahora os hablaré un poco de los dos, estos jóvenes que se van a acomodar por un periodo ilimitado, en el caso de Irene, en aquellas cabañas en plena naturaleza. Marc, regresará algo más pronto, pero él lo sabe, lo único que le preocupa ahora es la joven, además del traumatismo de su tobillo, es que en tan poco tiempo ha simpatizado ya con Irene, una joven veterinaria que sufre del abandono repentino de su pareja a pocos meses de una boda que no llegó a realizarse. Dos dolencias distintas aunque relativamente parecidas en su tratamiento, las dos necesitaban de relajación y tranquilidad, una física y otra mental, pero sin duda las dos se verían solucionadas emocionalmente.

Era el 48 de la fila, ella lo sabía, arrastrando su maleta se encaminó hacia la cabaña con ese número, la cual le habían indicado previamente. Dejando a Marc, que se ubicase en la que le había tocado a él y que quedaba justo frente a la suya.

Era un lugar de ensueño, para una fanática de los animales, dedicada desde siempre a favorecer a los más necesitados; Irene disfrutaría y le vendría muy bien estar rodeada de aquellos primates que como allí se encontraban libremente en sus casas centrales para guardar a los clientes.

Amanecía, el chaparrón ya había amainado y tímidamente aparecía el sol para hacer referencia al famoso refrán, que a ella le disgustaba tanto escuchar… No hay sábado sin sol, ni doncella sin amor…

El porche aún goteaba, pero Irene se estiraba respirando la suave brisa de una borrasca que desaparecía, de momento.

Bajó los brazos tomando el movimiento más usual entre las personas, dejar los miembros relajados mientras los movemos.

Alguien la miraba, imitando su movimiento, adoptando su actitud, Piero se unía al que llegó a ser un baile improvisado.

Lo invitó a entrar, era algo permitido por la dirección del complejo, y así lo hizo, se cogió de la baranda y elegantemente saltó, siendo saludado por Irene, que se presentó amigablemente, leyendo en la credencial que llevaba al cuello el nombre de Piero.

Mientras tanto, Marc, observaba la escena, no debía de preocuparse, decía riendo, regresando dentro y dejando vacío aquel otro porche en el que se volvía a escuchar caer la lluvia.

Aquel desayuno parecía que no terminaba, y Marc llamó a Irene, desde la mitad de la calle. Gritó su nombre, mientras la citaba en la zona del deporte de riesgo, la esperaría justo en la tirolina.

Irene levantó su mano, añadiendo a la afirmación a Marc, un saludo de entendimiento, que Piero imitó. Ya se lo había advertido, le decía a Piero, le daba miedo esa clase de actividad, pero claro, entraba en la lista de las tareas para aquellos días y habría que hacerlo.

Piero, mientras ella le hablaba la miraba a los ojos, era lógico que la entendía, se dio cuenta mientras le acariciaba la mano y él le ponía morritos de comprensión.

Era la hora, Irene, salió llevando de la mano a Piero, que ya no sé apartaría de ella de ninguna de las maneras, ni tan siquiera cuando en ese instante, del salto, el monitor le advertía que era ella la única que saltaría. Dejando a un lado las advertencias del instructor, se colgó y se tiró detrás de ella custodiando su caída.

El amor había nacido entre ellos, los necesitados, a Piero se le había muerto su pareja hacia tan solo unos meses, pero ella no era para él, ni viceversa.

Marc, llevaba los resultados médicos, sus días de permanencia allí terminaban entonces, abandonaría el lugar, pero antes bromeaba con Irene, respecto a Piero, mientras acudieron a la piscina para unos baños terapéuticos, antes de que él se fuese.

El jacuzzi era el único lugar al cual no dejaban entrar a Piero, de todos los espacios cerrados, ese, era en el que le prohibían la entrada. Una lástima, pensaba Irene, sabía comportarse, era educado, pero su instinto natural le condicionaba y como en otras ocasiones al ver a otras personas su actitud no era la adecuada y se ofendían al ver cómo se tocaba.

Aquella tarde sucedería lo que se estaban temiendo desde que Irene, llegó al complejo turístico y conoció a Piero. Su relación se había estrechado y ninguno de los dos planteaba su vida sin el otro.

Era cierto que el sistema nervioso de Irene, había mejorado bastante, la convivencia con Piero, era lo que más efecto le causó.

Sus juegos manuales, y de coordinación le demostraban que podía volver a su trabajo en la ciudad.

Había sido una experiencia muy positiva, no tenía duda de que lo recomendaría, el parque Monkey no quedaría desierto de halagos por su parte.

Le avisó, me voy ya, le dijo, se acabó, la vida tiene una normalidad, le repetía mientras sus manos entrelazadas se negaban a soltarse. Piero, paseaba su dedo índice, la señalaba a ella, luego se señalaba él y por último sus manos unidas. Irene asentía con la cabeza y repetía la acción, negando al momento lo que estaba haciendo e intentando soltarse lo miraba fijamente a los ojos.

Las horas previas a una despedida siempre son dolorosas, por eso la dirección empresarial que gestionaba el tratamiento en aquel entorno natural, organizaba una cena de bienvenida y despedida que suavizaba ambas cosas.

El salón engalanado para la fiesta estaba preparado, todos acudían al encuentro con los novatos con sus mejores galas, y las más cómodas.

 Aquel era un lugar para la comodidad y todos lo sabían, los únicos que lo ignoraban eran los nuevos que igual que le pasó a Irene, muy pronto se darían cuenta.

Tres meses después…

El autobús aparcaba cerca de recepción, sus ocupantes bajaban en orden inspeccionando, admirados del lugar, en el mostrador eran provistos de una llave y unas instrucciones de dónde debían ir.

Un joven con una ligera cojera le ofreció su ayuda a una joven a la que le habían designado la cabaña de enfrente a la suya y al que el recepcionista parecía conocer al llamarlo por su nombre, Marc, le dijo.

María, despertaba muy cansada, el viaje había sido muy pesado, demasiadas horas de carretera, pero el lugar merecía la pena.

Después de que su pareja desapareciese tan solo dos días antes de la boda, ella había caído en una depresión que la estaba matando.

Por casualidad un día llegó a sus manos un catálogo de información de aquel lugar paradisíaco, El Parque Monkey…

El chimpancé adjudicado para la compañía de María, estaba esperando allí mismo, hasta que ella le hiciese pasar y queréis saber una cosa… Aquella sería la solución, lo que ella precisaba para sus problemas. Miró el papel y comprobó que el nombre coincidía con el que había en su identificación, Piero.

Lo llamó y él saltó delante de ella, reconociendo su nombre en la voz de María, la que se acercó y le dio un plátano para familiarizar. Entonces el muy avispado Piero, olisqueó su cuello sabiendo en cada momento lo que hacer para ganarse la confianza de María, igual que en su día le pasó a Irene.

Y desde aquí ya sabéis la historia, sabéis que María, se enamorará, que sentirá una atracción animal por la especie en aquel ejercicio relativo al amor.

Pero con qué finalidad, que mente privilegiada, manejaba la de las personas  que mostraban una desilusión por abandono.

La especie humana desarrolla el cariño y lo adjudica por necesidad, después muere por amor, por la compañía que su corazón visceral necesita.

En aquel lugar donde la naturaleza era disfrutada durante tres meses, se acondicionaba a los pacientes a enamorarse de su medicación, del tratamiento que les iba a dar la solución para salvar su estado de ánimo y por consecuencia, su vida.

Piero, se convertiría en su apoyo moral, ella le daría cariño y él se lo devolvería con creces. En una palabra se enamoraría de él, le debería mucho, tanto que cuando llegase el momento de abandonar el lugar le costaría la misma vida.

Todo cambiaría en la cena de despedida y bienvenida, ya lo sabemos, pero qué es lo que ocurre en esa velada, qué pacto de silencio se soborna para que de allí no salga el experimento secreto que llevan a cabo.

Y mientras todas esas incógnitas nos hacen seguir pensando, en la ciudad una cambiada y feliz Irene, pasea de la mano con Piero, mientras alguien le hace esta pregunta…

-¿Irene, cómo te encuentras?

Adelina Gimeno Navarro

El reto de la semana: Lucha por la vida

El reto de la semana: Lucha por la vida

Las Palabras Descarriadas

El reto de esta semana estaba basado en el cuadro «Lucha por la vida», de Rafael de la Torre y Estefanía.
Y ahora os dejo con Damián y Flor, los protagonistas del nuevo relato de Adelina GN.

ERA ELLA
Adelina GN

Damián era un bohemio pintor, joven, con todas las ambiciones, habidas y por haber.
En la ciudad donde se ubicaba y realizaba su trabajo, arrasaba de éxito. Nada se le resistía, tenía como peculiar estilo el desnudo y la costumbre de pintar a sus modelos, desprovistas de ropa, pero ocultando su rostro.
Aquella mañana, la joven sería una bella muchacha que vendió sus vergüenzas a Damián por mucho más que un puñado de monedas.
La belleza de Flor, que así se llamaba ella, perturbó la mente del pintor, que mientras creaba su obra, a cada pincelada que copiaba de su musa, se excitaba.
Su pulso temblaba al…

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FIEL/Adelina Gimeno Navarro

FIEL/Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

FIEL

Fiel a mi estilo, te rezo, te ruego.

Mis letras escenificas, comeré de tu mano el saber.

Expulsaré con esfuerzo aquello cruel que duele.

Aquello que al sentir da deleite.

Adornando sin florituras las razones de vivir.

Tu casto matrimonio con mi inspiración es fiel a la escritura.

Pon en mi mente verdad, que reviente a la mentira.

Sana al mundo de ella con amor y certeza.

Fidelidad plena, armonía sincera.

¿Dime, Literatura?

¿Qué verdad no quieres aún que de ti sepa?

¿Y qué sobre ti todavía escondes?

Fiel a mi estilo, te rezo, te ruego…

Adelina Gimeno Navarro

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LA SIMIENTE BLANCA/Relato

LA SIMIENTE BLANCA/Relato

LA SIMIENTE BLANCA

Siempre sudaba al llegar el momento, el instante en el que les extraía el que era más difícil de sacar…

Mamen, paseaba con Lucas, por el parque, la noche estaba cerrada, no había luz de luna, ni de farola. Los chavales se encargaban de ello durante el día, convencida de ello estaba, por lo que encendió la linterna.

En aquel momento escuchó el sonido de la hojarasca al pisarse, llamó a Lucas con su silbido, pero sin repetir al verlo frente a ella aliviando su necesidad con la pata levantada.

De nuevo volvía a escuchar aquel sonido que la enervaba, al venir a su cabeza esas películas en las que detrás de esas pisadas se encuentra el asesino…

Tomó al chucho en brazos y retrocedió camino a casa, sentía miedo, se encontraba insegura, tenía un presentimiento. Las noticias en televisión la habían ayudado a que fuese así, al escuchar, que no muy lejos de allí se encontró un cadáver.

Lucas saltó de sus brazos, escondiéndose otra vez en los arbustos, Mamen le llamaba con insistencia, pero el can, ni se escuchaba.

Asustada entró en el callejón, no sabía cómo, pero algo la estaba atrapando, sin duda la curiosidad causa más efecto que el miedo.

Ni un ápice de luz había, las humedades olían a podredumbre, y por consecuencia la arcada fue inevitable. Metiendo de lleno uno de sus pies en algo blando y pastoso. Quiso salir de allí corriendo, pero el miedo a resbalarse la hicieron volverse despacio… Eso, y que sentía que algo estaba detrás de ella.

Al darse la vuelta, la linterna cayó de sus manos, quedándose la luz parpadeando y enfocando al rostro infernal. A su vez gritó con desespero, pero la mano enfundada en un guante negro y agrietado, le taparon la boca.

La extraña persona sacó a Mamen, de espaldas, y arrastrando su cuerpo desfallecido; la había sedado. Miró a su alrededor y la dejó caer en un banco situado en la más extrema oscuridad, allí donde ni la luz de las estrellas alumbraban.

Habían pasado un par de horas y un asustado Lucas, lamía la mano de su dueña. Después de su inconsciencia transitoria, Mamen despertaba, continuando su chillido de espanto, al ver su mano mutilada.

El desconcierto siguió con los ladridos, el perro alertaba con ellos mirando fijo a las ventanas de su alrededor. Haciendo que los trasnochadores respondiesen bajando a ver lo que ocurría.

Al momento una decena de personas rodeaban a la mujer que parecía había perdido mucha sangre, la muestra era evidente por el rastro que dejó desde un banco a otro al que se arrastró, para volverse a desmayar en ese instante.

Haciéndose paso entre la gente, alguien avanzaba cargando un maletín y pidiendo permiso, presentándose con estas palabras: -¡Me permiten! -soy médico…

Igual que la gota de aceite en el agua, la muchedumbre se apartó de Mamen, que yacía casi sin vida, en aquel rincón del parque.

La doctora tuvo que escuchar barbaridades sobre su actitud ante el accidente, si en realidad había sido un penoso accidente. Desde que no sabía lo que hacía y qué de dónde había salido la matasanos, hasta qué dónde se había sacado el título en medicina, que le daba el derecho de dejar morir a la mujer.

En ningún momento hizo la intención de llamar a una ambulancia, es más cuando vio que la cosa se puso fea, dejó el panorama de intento de asesinato y se largó del lugar.

Después de unos meses de recuperación, Mamen volvió a retomar su trabajo, había aprendido de nuevo a usar su mano izquierda, un muñón sin dedos que le quedó de aquella agresión sarcástica, la que sufrió a manos de quién todavía ocultaba su identidad, y seguía dejando rastro de víctimas con miembros amputados, a las que en el mejor de los casos dejaba con vida como fue el caso de Mamen.

El gran apoyo de sus compañeros, le valió de ayuda y así le harían su trabajo durante unos días, regalándole de aquel modo unas cortas vacaciones que coincidían con toda seguridad con un puente en la cercana Navidad.

Había quedado algo depresiva y por eso su amigo Víctor, la acompañaría, iría con ella, le daría custodia y la cuidaría.

No muy lejos de allí en el campo, una casa rural se encargaría de hacer las veces de clínica para el relax. En aquella situación Víctor, sentía que su deber era aquel, y la relajación sería completa. Tendría la oportunidad para llevar a cabo, lo que en otra ocasión fue algo que resultó fallido.

Aquel su primer paseo por la montaña iba a demostrar a Mamen, que todo en la vida puede ser motivo de suerte y de ocasiones anteriores dónde todo puede ser diferente.

Las lluvias aparecieron por simpatía, de una mañana soleada todo pasó a ser un caos tormentoso. Se tuvieron que refugiar en el puente que cruzaba la montaña, el viejo cauce dejó de llevar agua hacía ya mucho tiempo, por lo que estaba lleno de hierbas y maleza.

Mamen, se detuvo, no entraba, tenía miedo, o más bien pavor, se le representó el callejón oscuro y tenebroso, donde fue agredida.

Víctor jaló de ella con fuerza, enfadado por ver como se estaba mojando y no reaccionaba. Con aquel movimiento brusco le arañó la mano mutilada, Mamen,  lo miraba con rabia mientras por su rostro resbalaba el exceso de agua que le había caído encima.

Víctor le pidió perdón, cogió su mano y la limpió con un pañuelo, volviendo a mirarla a los ojos y preguntándose dónde le pondría el anillo de pedida, cuando le pidiese matrimonio.

Desde allí mismo se percataron de que una granja se divisaba, aprovechando que la lluvia había parado salieron caminando hacia ella. Aquel trayecto aunque corto, le dio la oportunidad a Víctor, para declararse a Mamen…

-No puedo comprometerme contigo, no tengo dedo donde poner el anillo.

-No digas tonterías, te lo pondré en la otra, eso, no es excusa -Le dijo él mientras tanto ella le decía…

-Crees qué no me di cuenta, que lo pensaste al coger antes mi mano.

-No me debes pedir nada, Víctor, al perder aquel día el que llevaba puesto, perdí el amor para siempre.

Víctor le pasó el brazo por la espalda, cobijando con aquella acción sus sentimientos hacia ella, pensando que el tiempo lo arreglaría todo.

Al llegar a la cerca de la entrada de aquella pequeña granja, vieron un precioso campo. Llamaron con insistencia, la lluvia aparecía de nuevo y no querían volver a mojarse, así que gritaron varias veces y al ver que no salía nadie cruzaron la entrada.

El perro se les lanzaba ladrando, pero la cuerda no le dejaba acercarse del todo, entonces Víctor, golpeó fuerte la puerta y esta se abrió despacio, y sin problema.

-Pasen está abierto, no se queden ahí o se mojarán del todo.

-¡León, calla! -Gritó al can que la obedeció ipso facto.

La mujer les ofreció sentarse, al parecer estaba esperando visita pues la mesa que les separaba se encontraba dispuesta para la merienda.

La conversación en aquel primer cuarto de hora, se cernió en un solo tema; el huerto y sus verduras, el campo y su siembra, el aporte de nutrientes para que la cosecha creciese con todo lo suficiente, incluido el calcio que se necesita y que una mujer sola no puede aportar.

La mujer no dejaba de hablar, miraba a Víctor y sonreía, luego clavaba su mirada en Mamen, en su mano y en el arañazo al que en ese momento hizo referencia.

-Querida, hay que desinfectar esa herida o se te va a infectar…

Tomando la mano izquierda de Mamen, con su mano izquierda y dejando debajo de ella el anillo que llevaba puesto y que la joven reconoció como el que perdió aquella noche cuando le amputaron los dedos.

Las miradas de las mujeres se cruzaron, siendo a cual de las dos más intensa, mientras tanto la mujer le dijo a Víctor…

-Joven ¿me quieres acercar el maletín que tienes a tu lado?

-Soy médico.

En aquel instante volvió a mirar a Mamen, que dio un gran suspiro y se desmayó.

Adelina Gimeno Navarro

COMENZANDO/Adelina Gimeno Navarro

COMENZANDO/Adelina Gimeno Navarro

Poesía en órbita

COMENZANDO

Iniciando mi escrito alego

mi castigo es la palabra.

De lo que hablas pagas

y me uno al estilo.

Palabras son palabras

aunque no rimen.

©Adelina Gimeno Navarro

©Adelina Gimeno Navarro

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El reto de la semana: ¡Desgraciada!

El reto de la semana: ¡Desgraciada!

Las Palabras Descarriadas

El reto de esta semana estaba basado en el cuadro «¡Desgraciada!«, de José Soriano Fort.
Y ahora os dejo con este emotivo relato de Adelina GN.

SIENTO QUE MUERES
Adelina GN

Siento que mueres, aquellas eran las palabras que iniciaban una carta oral que las dos madres mantuvieron en los momentos previos a que Luisa, abandonase este mundo de pecado.
La habían azotado con sus habladurías, vejado con sus insultos, herido con aquella falta de empatía al cometer el único acto que le trajo felicidad a su vida, la unión carnal con el hombre que amó y no menos carnal que lo fue el nacimiento de su hija.
La que sufrió durante aquellos años, ocho fueron, el posparto infeccioso que ulcero su interior, hasta el punto que la dejó dañada y en peligro de muerte.
Su amado, un adinerado del pueblo, siguió favoreciendo a la niña, María Fernanda…

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