CONFESIÓN

-Ave María Purísima…
-Sin pecado concebida, contestaría él…
-Pero, no, me respondo a mí misma y comienzo a confesar:
-Lo siento, por no darte las gracias cuando por fin me siento feliz.
-Perdón, por no darme cuenta de que debo confiar en mí.
-Te amo, por ayudarme a no dejar de creer.
-Gracias, por darme fuerza y poder seguir en el camino.
El escondido recoveco en mi corazón, aún está intacto, ahí permanece mi voluntad, que se encamina a un caduco día, en el que mi conciencia se mostrara ante la justicia divina, de la cual olvidamos, que solo nosotros somos quienes debemos dar cuenta de aquello que han sido nuestros actos, por nosotros realizados.
©Adelina GN

CORAZON LIMPIO

Worte

Worte

Qué difícil puede ser cumplir con la palabra cuando lo único que tienes que hacer es… escribir.

Una maravilla de frase o de reflexión, de cualquiera manera me dejó maravillada. Gracias por escribir. Un abrazo Maximilian.

Hazme poeta


Qué difícil puede ser cumplir con la palabra cuando lo único que tienes que hacer es… escribir.

(Palabras)


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Imagen destacada extraída de «Confesiones de un bastardo», pág. 101

Disponible en Amazon

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FANTASÍAS IMAGINADAS Obrapropia.com

SINOPSIS
Partiendo de la base de que todo en la vida puede llegar a imaginarse, estas cuatro fantasías que tendrán las actuales protagonistas de mi nueva narración con matices eróticos, vendrá a dar la frescura que quiero que en sus líneas leáis, ahora que el día se abre y se hace más duradero. Teniendo en cuenta que el tiempo lo podemos dosificar, dejar unos minutos para el relax y tomar un café en la plaza de la literatura, en la que espero disfrutéis de estas historias. Solo intento que os agraden y como digo encontréis en ellas aquellas fantasías que siempre alguna de nosotras hemos querido tener. Atreveos, intentar descifrarlas, llegar a saber si son ficticias o reales, y cuando lo hagáis, ya me lo contaréis, como si fuesen críticas las espero, ya que toda obra leída, sea cual sea su formato, merece ser analizada por el lector, pues una crítica siempre es constructiva.
2ª Fantasía imaginada en la novela corta FANTASÍAS IMAGINADAS
Aquel nuevo día tenía que acudir al club de golf, allí me esperaría mi marido, un alto ejecutivo demasiado obeso para la actividad que pretendía aprender y practicar, pese a mis insistentes consejos de los que hizo caso omiso, y me citó allí en el campo. Su idea era aprender a jugar, igual casi que la mía, cuando vi llegar a quién sería su profesor.
¡¡Vaya pedazo de maromo!! me dije para mis adentros, cómo tendría una competición con él sin saber nada de aquel deporte, me continué mortificando, pues resultaba difícil creer que con mi edad alguien tan joven quisiera ni por asomo jugar conmigo ni una partida al parchís, sin embargo si bien pensamos en las reglas de tan emblemático entretenimiento, hablan de meter y también de comer, verbos que si en el primero nombrado, no era capaz de llevar a cabo, en el segundo en cuestión hubiese disfrutado como una cerdita por hacer la expresión más agradable a la vista de lo que estáis leyendo.
Nos presentaron y un juvenil beso dejó en mí arrugada, pero muy cuidada piel, su nombre no podía ser otro, o al menos a mí así me lo parecía.
-Esta es mi esposa, él es Riki, mi profesor de golf decía mi marido mientras él como digo se acercaba a mí y dejaba su aroma varonil impregnado en mi rostro.
– Encantada de conocerte…
¡Qué cursilada dije! estaréis pensando, no? Pues no, solo estaba encantada, si no que estaba encantadísima y aunque mis hormonas se iban ya debilitando, en aquel instante toda mi fogosidad afloraba de una sola vez.
Tomamos un cochecito de esos que te transportan hasta el campo y llegamos a el, su manera de manejar aquellos palos frotando de arriba a bajo, para comprobar que eran los adecuados, me estaban poniendo a mil, al igual que hacía con aquella especie de prepucio gordo al que él acariciaba no se con que finalidad.
Me senté en una silla plegable que él mismo me había ofrecido para que no me cansase mientras esperaba a que la clase terminase, y comenzó situándose detrás de mi marido pegando su pecho hombruno a su espalda chepuda, extendiendo sus brazos sobre los suyos y moviendo su cuerpo como en un armonioso baile sensual.
Mis ojos se estaban deleitando con aquella escena, pero no por que el alumno fuese mi esposo, era por imaginarme yo misma entre los brazos de aquel profesor calificado por la fantasía erótica que estaba teniendo, como a un auténtico semental.
Descubrí con aquella práctica de imaginación al aire libre, que se pueden tener inmensos placeres internos, sin la necesidad de que nadie te roce ni un pelo de la cabeza, ni de ningún otro sitio, que en el mejor de los casos ya suelen escasear.
Mi marido sudaba como el calificativo por mi usado con anterioridad para expresarme, como un cerdo vamos, él al contrario su sudor lo hacía más masculino si se podía, su frente brillaba y empapaba con el aquella cinta de toalla, material del que yo hubiese querido estar hecha entonces para absorberlo a él entero.
Descansaron un poco mientras charlaban de las técnicas del golf que a mi marido no le quedaban muy claras, cuando mi atrevimiento fue expresado de este modo…
– Si lo deseas Riki, mientras mi esposo descansa un poco, puedes tomarme a mí y seguir tus explicaciones practicas, me dejo ser tu conejillo de indias y que hagas conmigo lo que quieras.
Aquellas fueron mis palabras, primero para insinuarme y después para que su cuerpo se uniese al mío, así no había excusa para que no lo hiciese, pero miró a mi marido que estaba extenuado por el esfuerzo realizado, el que no era tanto, sentado en el cochecito, apartándose la grasa que le sobraba expulsada en sudor con un pañuelo, pero en fin no hay mal que por bien no venga, y no se dio ni cuenta de que yo iba a tener un desliz casual con aquella masa musculosa, teniendo así la posibilidad de palpar y frotar mi cuerpo en él.
Pero en vez de actuar como lo hizo con mi marido, al ver que su cabeza caía sobre su propio hombro y que se quedaba dormido, procedió conmigo de una manera especial haciéndome sentir toda una mujer. Poniendo vida a mis años en vez de tener que quitarme yo años para poder estar con él y volver a retozar en las mieles del sexo como hacía tiempo que no acostumbraba a hacer.
Deslizó sus manos sobre mis brazos recorriendo con ellas mi piel, dejando unas cosquillas en ella que me hicieron estremecer, buscando mis pechos los encontró, y allí las colocó, apretando de tal modo que un quejido casi sonoro salió por mi boca.
En aquellos momentos el baile antes realizado con su otro discípulo, resultaba completamente diferente, su miembro también en mi espalda pero donde esta pierde su nombre, sacudía mis glúteos insistentemente, mientras besana ardientemente mi cuello.
Me di la vuelta y lo abracé, no quería que dejase de hacer lo que estaba haciendo, pero mi fuego volcánico estaba apunto de hacerme estallar y sin pensarlo dos veces, pues en aquellos momentos no acertaba a pensar, actué y desde su cuello baje mi brazo para terminar agarrando su paquete que se encontraba seguro en plena erección.
Le dejé descubrir que por muchos hilos de plata que adornaban mi pelo y esa grasa abdominal que siempre pretendía esconder detrás de la lencería que llevaba para ello, mi experiencia era más que mi juventud y que seguía dejando huella en aquello que estaba haciendo, para que notase que entonces yo era su dueña, su maestra, y que podía enseñarle perfectamente lo que era el arte de amar.
Al final aquella fantasía que tuve por unos minutos me hacían ver que no hay que quitarse años en la vida para realizar algo, al contrario, hay que ponerle vida a los años para poder disfrutar.
©Adelina GN

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PARTICIPACIÓN CONCURSO “CONFESIONES DE UN BASTARDO” de Paula De Grey

Aquel ansiado día había llegado, nos dormiríamos, descansaríamos y seguro soñaríamos. Marta me acompañaría, era lógico, no podía faltar a la cita del acontecimiento más importante de mi vida. ¿Qué verdad se ocultaría en aquel papel? ¿Cómo leerían aquel resultado? Demasiadas preguntas, me hacía… Y sin ninguna conversación previa con ella para que no se preocupara aún más, me recosté en la cama, era primavera y apetece como aquella tarde soñar despierto…

Tumbado sobre el heno del granero escuché como los pájaros iban y venían haciendo los nidos para cuando sus crías nacieran. Aquella y no otra era mi ilusión, formar una familia y vivir allí en la granja de mis abuelos, un hábitat en el que por muchos años había sido feliz. Pero las cosas nunca son como uno desea que sean y comenzó de nuevo la polémica discusión con la abuela cuando fui hasta la casa al ser llamado para comer.

Mi abuela me había criado a la muerte de mis padres en aquel trágico accidente, cuando regresaban del baile. En aquella catástrofe ocurrida un sábado por la noche perecieron los dos. Fui un niño feliz pero introvertido por la desgracia, no es lo mismo crecer en un ambiente joven que en uno maduro y casi extinguido de una ambiciosa vida.

En estas mis confesiones antes de saber la verdad sobre aquel secreto que podría cambiar mi vida por completo, se revelaran sin duda algunos enigmas que con sigilo se escondieron, para el bien, dijeron de nosotros mismos y que al día de hoy me traen todavía al descubrirlos la duda de que si soy o no el hijo bastardo y el mismo que lleva años cometiendo incesto.

Ensimismado en aquel recuerdo que recree en el instante en el que Marta se tumbaba a mi lado despacio para no despertarme, ignorando que mi sedación era consecuencia de mis pensamientos, viví el año en el que ella mi amiga de toda la vida, la que se había ido del pueblo con sus padres, justo cuando los míos, sus mejores amigos, morían en el accidente, regreso a pasar unas vacaciones. Nos volvíamos a encontrar, teníamos la misma edad, salimos varias tardes a la sierra, recorrimos aquellos senderos en los que ya de niños fueron testigos de nuestros besos, nos habíamos querido siempre esas vacaciones no fueron distintas a las que cada vez que Marta regresaba al pueblo. Ninguno de los dos sospechábamos nada, ni tampoco hacíamos visible nuestro amor, por lo que quien supiese algo podría frenar nuestros impulsos. Hacía ahora dos años que vivíamos juntos, volvieron a mudarse al pueblo cuando su padre enfermó mentalmente y ya no recordaba nada, su madre se ocupaba de él y jamás vi nada extraño en ella cuando Marta se vino a mi casa a vivir. Eramos muy felices, viviendo de cerca aquel amor durante tantos años alejado. Cuando aquel día despertamos mandaron llamarnos, su padre se moría y en su mejoría de la muerte pidió a su mujer que leyese una nota que escondía detrás de un cuadro. Aquel hombre no sabía que revelando aquello el daño que hacía puesto que la nota apuntaba claramente una declaración firmada de puño y letra de mi madre y jurando de que él era mi padre. El escenario en el que nos encontrábamos era un valle de lágrimas, todos llorábamos y todos coincidíamos en ese instante en el que el padre de Marta moría, pero también porque tendría que morir nuestra unión. Ramón al que aún no puedo llamar padre, era enterrado allí en el cementerio del pueblo y también moría allí su secreto… Para nosotros ya que nadie sabría nunca del desliz de mi madre con el padre de Marta…

Unos meses después justo ayer hizo dos semanas Marta había vuelto con su madre, yo estaba destrozado, no podía vivir sin ella, constantemente la llamaba al móvil diciendo cuanto la quería y que nadie lo sabía así que podíamos continuar viviendo como pareja, podría llegar a levantar más sospecha y continuamos separados. Pero ella no me escuchaba solo decía que teníamos que sufrir el pecado, que lo nuestro ya no podía ser. Yo no la entendía, le decía que jamás la ame como hermana que había sido mi chica siempre y que siempre la querría. Llegue hasta el punto de intentar suicidarme, pero fui un cobarde y no logré mis intenciones.

En uno de esos días en los que ellas habían regresado su madre me invito a comer para guardar las apariencias de que lo nuestro no era una separación en regla. Y sentados en la mesa comenzó a contar una historia en la nos daba vida y descubre que Marta era hija de mi padre, pero no el que recientemente había muerto. ¡No éramos hermanos! Ya podíamos seguir viviendo nuestro amor, ya nada impedía nuestra vida juntos… Pero para tranquilizar nuestras conciencias, nos hicimos una prueba de ADN la que en unas horas vamos a recoger y que sin duda cambiaría nuestra vida…

Entonces llamaron a la puerta, era la madre de Marta, subió y dijo: Podéis descansar he ido yo a recoger la prueba podéis estar tranquilos, no sois hermanos ya os lo dije… Dejo sobre la mesa los papeles que lo acreditaban…

No sabemos que hacer, nuestra alegría es tal que saltamos de alegría, gritamos, reímos y hasta le contagiamos nuestras lágrimas y llora con nosotros la necesaria noticia, tomándonos de las manos y dándonos un beso se despide… Nosotros seguimos celebrando, nuestra alegría no tiene fin, estamos verdaderamente enamorados…

A los dos días decidimos salir a la calle e ir a casa de la madre de Marta, no nos abre la puerta, tenemos que llamar a la policía, al entrar la encontramos tendida en la cama con un frasco de pastillas vacío a su lado… Aquella misma noche se había suicidado.

Participante 23 con 17 votos por https://adelinagn.wordpress.com/

tu lees

Resultados del Concurso «Confesiones de un bastardo»

Muchas gracias por permitirme participar, gracias a Paula y al autor y enhorabuena a los ganadores. Creo que cada vez que se nos leen, se nos proporcionan identidad. Así que gracias también por las convocatorias fomentando la literatura. Gracias, gracias y gracias siempre por esto último y sea cual sea la forma.
Adelina

EL DÍA DE LAS MADRES

Cuando decidimos aquello que rondaba por nuestra cabeza desde hacía bastantes reuniones, ninguna de nosotras pensó que en la actualidad continuase vigente y vivo el latido de la llamada del amor de una madre…

Aquella decisión de salir de la tediosa espera para encontrar un camino con contundencia, nos llevó a decidir gritar más fuerte y cerca de los que nos tenían que escuchar. Presentándonos en la Plaza delante de aquel monumento a la libertad para reivindicar la desaparición y secuestro de nuestros hijos. Quedamos paradas delante de la fachada de aquella casa, quietas inmóviles, esperando respuestas a nuestras preguntas sobre ellos, pero al contrario de ello nos invitaron a abandonar el lugar, argumentando que las normas y las leyes eran tales, que dictaban a los ciudadanos a no permanecer quietos y a no formar grupos superiores a dos o tres personas. Cumplimos aquel dictamen, pero solo por unos días y volvimos a acudir a la cita. Comenzando con catorce madres, progresivamente iban uniéndose a nosotras más que buscaban igualmente saber de sus hijos y en muchos casos de sobrinos o hermanos.
Así cada Jueves a una hora punta paseábamos en pareja y cogidas del brazo por la Plaza de Mayo y frente a la policía que nos veía cumplir el reglamento vigente de aquella dictadura. El amor de una madre no tiene fronteras ni obstáculos que cerquen un ánimo de búsqueda y respuestas, y cuando se trata de los hijos no existen leyes que te permitan callar, pese a multitud de rechazos que intentaban ocultar nuestros gritos y nuestras ganas de saber que había ocurrido con ellos. Nuestro movimiento al día de hoy continua vivo, nuestro símbolo, el pañuelo en la cabeza, en un principio y confeccionado con tela de pañal, muestra a la humanidad que lo que reivindicamos son los hijos y que solo permitimos y no siempre nos conformamos que sea Él quien nos los arrebate…

Relato corto inspirado en datos reales, sobre las Madres de la Plaza de Mayo.

©Adelina GN

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