NADIE

NADIE

Poesía en órbita

Nadie, nunca nadie me dijo, de haber sabido que el secreto se descubre, yo misma hubiese dosificado mis alegrías.
Me hubiese bebido el viento, dejando la brisa para adornar mi piel cuando con su contacto ella se eriza.
Hubiese frenado mis lágrimas, las dulces y las amargas.
Hubiese sonreído para que nunca cesase el latido enérgico de un corazón desconcertado.
Abandonado hubiese la tristeza que abogaba por una negligencia tranquila.
Paciencia que no había, sosiego que siempre falta, punto final de un tiempo que de momento te abraza, te acuna y te deleita con sus horas.
Nadie me dijo nunca, que la vida un día se acaba, vivamos al ritmo cual sea, hagamos caso de quien nunca dijo nada.
De quien no pronunció palabra, para que aprendiésemos que esto se termina, que cuidemos el minuto y envolvemos el segundo.
Nadie nunca me dijo, tuve que aprender a cuidar mi regalo…

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EXTRAÑA TELEPATÍA

Secuelas de la pandemia: Relato escrito antes del estado de alarma y que iba a formar parte de un libro de relatos en una editorial.

EXTRAÑA TELEPATÍA
Cómo poder enfrentarse a aquella decisión que cambiaría sin duda alguna su monótona e insostenible forma de vivir…
La perplejidad que causaba aquel rostro desencajado a la vez que triste, y que Irene observaba desde hacía unos minutos, la obligó, a acercarse poco a poco.
Disimuló, sí, solo lo que ella estaba viviendo y sintiendo, le parecía que cualquiera, sin conocer nada, iba a compararlas.
Está bien, fue la expresión mental que Irene se hacía al leer en la ficha informativa del cuadro, que la mujer retratada ya había fallecido.
En muchas ocasiones mujeres con problemas y muchas necesidades, se prestan para esos servicios de modelos, por un módico precio. Y siempre para esos pintores a los que otra esfera de artistas no los consideraba como tal.
Determinar aquellos datos que identificaban a la dama triste, le aseguraban poder luego buscar sobre su pasado, sabía por la expresión de sus ojos, sobre todo, que la tristeza envolvía su historia, de igual modo resultaría de ella misma, si quisieran plasmar en aquellos instantes la agonía de su mal herido corazón.
Seguía mirando y fijándose, aquel rostro le hablaba: Celos, desconfianza, qué sería, quería averiguarlo, era notorio que Irene se veía en ella…
Toda vestida de blanco, un ejemplo calcado al de ella en la noche Ibicenca en la que conocer a Gus trastocó sus sentimientos.
Su motivación por la vida ya no era la misma. Creció como las olas en un mar revuelto, llegó hasta un universo desconocido.
Y después… después de enseñarme que era la vida y el amor, me enterró en un hoyo lleno del lodo de la indiferencia.
Del que ahora no puedo salir… Se decía Irene sin apartar los ojos de los de la dama de blanco del cuadro.
La mañana había sido interesante, Irene salió de su casa sin desayunar, en su rostro la añoranza de aquellas veladas en las que la princesa sonriente y feliz fue ella. No había ninguna duda, su idéntico semblante encontró en aquel lienzo, una tela pintada, absorbida de melancolía.
Parpadeó un par de veces antes de, con los ojos cerrados, darse la vuelta.
No te alejes, es necesario que sepas…
La misma acción y aún con los párpados ocultando la luz de la sala, Irene retrocedió…
Intentaba descifrar aquel mensaje que su mente le mostraba, era ilógico, no podía decir que el cuadro le hablase, pero la triste pintura le expresaba con una extraña telepatía su ya longeva soledad.
Miró fijamente, volvió a acercarse… ¡La tela sudaba!
Registrando la habitación, Irene comprobó que se encontraba sola en aquel preciso instante…
Fui sometida a una libertad limitada. Una cárcel que vi abrirse un día por casualidad.
En la cabeza de Irene, seguían resonando aquellas lamentaciones, ahora sabía que no las estaba imaginando, que eran una realidad predispuesta.
¿Me escuchas?
¡Sí! Gritó Irene, mirando a los ojos de aquella que un día posó para quien la estaba pintando.
¿Pero, no sé, qué estoy haciendo? Sin abandonar la idea de qué estaba perdiendo la cabeza, le contestaba.
¿Qué es necesario que sepa? Siempre que se dirigía al retrato lo hacía en silencio, visualizando el rostro triste y escuchando atentamente sus pensamientos.
Fui una niña feliz, una buena hija y una hermana comprensiva. Con pocos menos años que aquí donde me ves retratada. Mi novio, el hombre que me robó parte de mi juventud e ilusiones, tuvo que dejarme para unirse a mi hermana mayor. Ella cumplía con el rol de mujer más madura para casarse con él…
Me cuentas esto por algo ¿verdad? Preguntaba Irene, sin verbalizar palabra.
Claro, las conversaciones no tienen sentido si no responden a un motivo.
¿Estás triste? Te diré que es lo que puedes hacer para encontrar la felicidad.
¿De verdad? Es contradictorio que tú me digas eso, cuando no eres el vivo retrato de la alegría.
Delante de mí el apuesto pintor plasmaba la tristeza de mi desamor, con aquellos pinceles sin colorido alguno. Después de las primeras sesiones cada uno se iba por su parte, pero el destino quiso que una de aquellas tardes, nos conociéramos de forma muy interesante.
Nada de lo que piensas te pone en lo cierto de cuál era mi tristeza.
A partir de aquel instante quedé envuelta en una eterna soledad, había perdido a un hombre y ahora perdería el amor, sería feliz hasta que la enfermedad que él sufría me lo arrebatará.
Señorita, tiene que abandonar el recinto, vamos a cerrar.
Escuchaba Irene, que estaba embelesada con lo que su pensamiento le estaba diciendo.
Me tengo que ir, ya has visto que me echan, pero mañana volveré, por lo que estoy escuchando, tenemos mucho en común.
Tu tristeza no tendrá nada que ver con la mía, pero podré ayudarte.
El celador se entretenía mirándola extrañado e impaciente por cerrar el museo.
Fue muy interesante, salía diciendo Irene, era una lástima, se seguía diciendo, no haber aprovechado más tiempo escuchando a aquel retrato titulado “Dama triste”
¡No estaba triste, estaba feliz, solo que ya sabía que pronto me quedaría sola!
Sus pasos se detuvieron, cómo podía ser, ya no estaba en el recinto, ni tenía el cuadro delante. Qué insólito diálogo había mantenido…
Estaba cerca de su casa, pero sus pensamientos no la dejaban llegar, con quién habló en todo aquel tiempo…
Y volvió a escuchar dentro de su cabeza, para qué nadie escuchase o tal vez para no perder ninguna de aquellas frases, que le ayudarían para llegar a ser feliz…
“Todo en la vía hay que vivirlo, lo bueno, lo menos agradable, estás con vida, para que perderte nada. Todo enseña, todo hace feliz”
Irene se sentó en un banco del parque, desde allí veía a lo lejos el museo a su derecha, y enfrente de ella su casa. Recapacitó y se levantó de allí diciendo en voz alta: Tengo que rehacer mi vida, estás en lo cierto, se puede ser feliz y estar triste, pero nunca la tristeza podrá destronar una felicidad plena.
Así es, se feliz cada momento, cada instante, cada minuto vale la pena vivirlo, aférrate a él…
Imposible apartar aquella dulce voz que de sus pensamientos salía, evocando frases de ánimo y reflexiones de esperanza.
¿Quién eres preguntaba ahora Irene? su corazón se aceleraba, tenía que ver a Gustavo, no podía permitir que otro día se fuese al trabajo sin verlo.
¿Soy, qué quién soy, preguntas? La mujer del cuadro, a la que tú has querido parecerte. Una joven con problemas, pero que en uno de aquellos momentos de felicidad supieron transmitir la tristeza que sentía. Mi pintor al contrario estaba triste sintiéndose en ese momento feliz por su obra bien hecha.
Es cierto, se dijo Irene, he querido ser una copia tuya, alguien a quien creía infeliz, porque yo misma me sentía de ese modo…
No quiero, no volveré a pretender que la tristeza se apodere de mí. Eres una buena recomendación volveré a visitarte…
Subió hasta su puerta, sacó la llave, pero no la utilizó, llamó y Gustavo le abrió. Antes de que él al ver que era ella, volviese a adentrarse, lo cogió del hombro y se colgó de su cuello.
Te quiero, le decía…
Sus ojos mostraban la emoción y la alegría de poder volver a pronunciar esas palabras.
Los meses siguientes y con aquella filosofía de vida que Irene había adoptado, su relación iba sobre ruedas. Nada se podía comparar con la agonía anterior de unos días de sufrimiento debido a que su vida no encontraba acople con sus enfermizos celos.
Solo le valió una visita al museo de pintura de su barrio, para recapacitar de que la vida es para vivirla.
Estar pendiente de otra historia, condicionaba la suya propia. Sus días tenían luz, afrodisíacos momentos que no dejaría jamás que pasarán sin sentirlos.
Aquella mañana el sol no podía estar más radiante, los dos paseaban por aquellas calles llenas de historia. Irene con un gesto cariñoso jaló de Gustavo y lo introducía en el recinto del arte casi de un empujón.
Le gustaba aquella galería, muchas tardes se acercaba y reflexionaba delante del lienzo de la dama triste…
Gracias por venir hoy con él
Irene después de mucho tiempo volvía a atender lo que sus pensamientos le decían.
Vuelve ese diálogo, qué puede ocasionar que me hables…
No te preocupes pronto terminará.
Esta y no otra, es la forma de qué Gustavo, conozca a su madre.

Adelina GN

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ETERNIDAD CONSTRUIDA

ETERNIDAD CONSTRUIDA

Poesía en órbita

Bellamente decoradas tus palabras me amaban, me llamaban a la vida y deliciosamente me sorbían el amor que tenía.
Acariciaste mi alma con ellas, diciéndome que me querías, lograste arrancar la tristeza que horrorosamente me cubría, no dejándome olvidar que vivía.
Acuérdate de la música, dulces melodías arropaban la distancia, mientras al reloj las horas le sonaban.
Difícil aquella decisión que nuestra vida cambiaba, llenando sin duda de esperanza el amor que nos unía.
Abanderados de eternidad sembramos la existencia, de franqueza no fingida, de conciencia bondadosa y de comprensión aleccionada.
Por un cariño cariñoso, de amantes de amatorias, que dibujaba en nuestros rostros, una felicidad construida.

Adelina GN

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Adelina GN

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Sorteo: TRILOGÍA DE SENTIMIENTOS
Es una historia fragmentada en tres lecturas, en un libro que describe la vida de una niña, María, la que a su vez se convierte en una mujer sin perjuicios aparentes. De la mano de sor Dolores leeremos ese abismo que sucede en el tiempo y en la vida de ambas, desde su despedida en el convento hasta su reencuentro en tierras lejanas.

Si eres una persona afortunada en el juego y eres la agraciada con mi novela, recibirás un ejemplar en papel si eres de España, sí por el contrario eres de más lejos te lo envío en digital por correo electrónico.

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LA LITERATURA ES EL MEJOR DE LOS REGALOS

Adelina GN

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SÍNTESIS

SÍNTESIS

Poesía en órbita

El aspecto de aquella superficie, era compacta y densa, la separaba del exterior una trasparente y fina capa de su propio cuerpo.

Era ineludible su violación para acceder a ella, una vez profanada, los fluidos internos de aquella orgánica materia se esparciría y emanaría como la lava de un volcán.

© Adelina GN

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LA MORADA DE MI AMADA

LA MORADA DE MI AMADA

En esa cueva fría, llena de sombras dolidas, a bien vive una dama que ningún color tiene.
La dulce amada moraba, por tiempo en la gruta olvidada, por culpa de todos aquellos, que en su pecado creyeron.
Mi amor, la damisela oculta, la que por su coraje perdono, os liberaré bella dama, encarcelando mi verdad, para que así seas liberada.
Con mi caballo crucé el camino que de ella me separaba, escondiendo mi vida del pueblo, pues peligraba.
Más a mi amor rescaté de una horca certera, saltando el muro entre en la morada que la apresaba, trovando la historia donde apresada estaba.
Pues para terminar os diré que ella no era la mala, solo segó la vida de alguien que la pegaba y por ello asesina la llamaban.
Pero salvé su vida, con palabras y trova, queriendo que de allí viva saliera y nunca más entrara.
Ahora moramos juntos, sin cuevas ni celdas frías, cálidas las estancias nos cobijan, anidando nuestro amor, para toda una vida.
Adelina GN