SUEÑO ARÁCNIDO

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Sin duda había sido un día muy pesado…

Pol llegó a casa rendido, de mala forma dejó caer el maletín en el sillón mientras aflojaba el nudo de la corbata que le había estado asfixiando.

Las horas de calor ya habían pasado, pero ni por eso dejaba de sudar, se estaba anunciando como una noche tropical, eso estaban diciendo en la televisión que escuchaba desde la barra americana que separaba la cocina del salón.

Pol se sentó en posición de yoga y devoró aquel sándwich entre trago y trago de una birra helada.

Las migas del pan hicieron que acudiesen unas hormigas pequeñas que él ni veía, pero que estaban allí.

Pensando que estaría mejor en la cama hizo el intento de levantarse, acordándose que era viernes y al día siguiente no trabajaba. Relajándose otra vez estiraba el brazo zapeando y dando un hondo respiro.

Recordando otros fines de semana en los que había estado acompañado, recordó a Claudia, parecía mentira, pero ya hacía… (buscó el móvil) un mes que lo dejaron.

No sabía dónde había dejado el teléfono, estaba harto de su sonido, de llevarlo siempre pegado a la cara, a pesar de que era por trabajo, molestaba y mucho.

Ahora se había librado de él, si sonaba le seguiría el rastro, mientras tanto aguantaría allí la ola de calor que pronosticaron para ese finde.

Sin darse cuenta le venció el sueño, dejando en la pantalla el documental en el que hablaban de las arañas. Insecto al cual Pol odiaba y le horrorizaba cada vez que veía uno. Así que el sueño estaría servido en bandeja…

–¡Qué calor! Decía quejándose, mientras se limpiaba el sudor.

Y dejando caer el brazo, se quedaba dormido…

Igual que las hormiguillas, ahora una sigilosa araña comenzaba a subir por la mano pringosa que casi tocaba el suelo.

Aquel picor de la piel a causa del sudor hizo que Pol subiese inconscientemente el brazo hasta su cara, depositando al arácnido en el hombro.

Después de unos segundos en los que ninguno de los dos se movió, el insecto retomó su paseo, moviéndose por el cuello, subió hasta la cara. Agitando el respirar de Pol que entró en un cuadro de narcolepsia con ansiedad.

Se ahogaba, le faltaba el aire, se quería mover y no sabía dónde tenía las manos, no veía nada…

La araña había llegado hasta su rostro, lo abarcaba todo con sus patas…

–Jolín, menudo sueño, pues no me he visto con el móvil igual que si fuese una araña en mi cara… Y con las mismas, mientras pensaba en lo que había soñado, sonaba el teléfono.

No sabía cómo antes no lo había visto, estaba justo delante de él, se apresuró en contestar y preguntó…

–¿Dime? –¡Claro! Siguió diciendo -Vale, a las diez estaré allí.

Acto seguido pasó de la llamada al buscador de Internet, fue en busca de información sobre lo que había soñado y lo encontró.

Unas cuantas palabras daban con el clavo de que soñar con arañas era un buen sueño, auguran éxito que es gracias a tu esfuerzo diario. Y que la recompensa llegará en forma de felicidad, por lo que en general ese animal suele ser un signo de que nuestra vida puede ser mejor…

¿Quién crees que le llamó?

Adelina Gimeno Navarro-Escritora

Mahama Gandhi

«Cuando Mahama Gandhi estudiaba Derecho en Londres, un profesor de apellido Peters le tenía mala voluntad….pero, el alumno Gandhi nunca le bajó la cabeza y eran muy comunes sus encuentros:

Un día Peters estaba almorzando en el comedor de la Universidad y el venia con su bandeja y se sentó a su lado…El profesor muy altanero, le dice: «Estudiante Gandhi, Ud. no entiende!!!!!! Un puerco y un pájaro, no se sientan a comer juntos»…. Y Gandhi le contesta : Esté Ud. tranquilo profesor, yo me voy volando» y, se cambió de mesa…

El profesor Peters verde de rabia, porque entendió q el estudiante le había llamado Puerco, decidió vengarse con el próximo examen…
Pero el alumno respondió con brillantez a todas las preguntas del examen …Entonces el profesor le hace la siguiente interpelación:

«Gandhi, si Ud. va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa y dentro de ella está la sabiduría y mucho dinero, ¿cuál de los dos se lleva? «…
Gandhi responde sin titubear: «¡Claro que el dinero, profesor!» El profesor sonriendo le dice » Yo, en su lugar, hubiera agarrado la sabiduría, ¿no le parece?»…

Gandhi responde: » Cada uno toma lo que no tiene profesor»…

El profesor Peters, histérico ya, escribe en la hoja del examen: «IDIOTA» y se la devuelve al joven Gandhi… Gandhi toma la hoja y se sienta… Al cabo de unos minutos se dirige al profesor y le dice: »
Profesor Peters, Ud. me ha firmado la hoja, pero no me puso la nota……»

A veces la gente intenta dañarnos con ofensas un ni siquiera nos hemos ganado … Pero solo nos daña el que puede y no el que quiere..

Si permites que una ofensa te dañe… Te dañara … Pero si no lo permites , la ofensa volverá al lugar de donde salió… Seamos fuertes y astutos.

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¡Oh, oh , oh, oh… Sorpresa!

Os voy a contar una historia que sucedió hace muchos años por Navidad…
Aquella noche… Comenzó diciendo Christi, varios de aquellos chicos ya la habían calificado de soltera excéntrica. Por lo que entre ellos cruzaron miradas y sonrisas burlonas.
Sin que nadie supiese ni sospechase que en realidad, la única protagonista de aquella historia fue ella misma.
Pronunciando aquella frase de introducción a lo que les iba a contar, se dio la vuelta, los miró a los ojos y comenzó a relatar.

Aquella era una noche fría, Denis convencía a su madre para que se acostase, pues su novia quería pasarla junto a él.
-Mamá, va a ser su primera noche conmigo, no seas cabezota y para cuando yo venga con ella, que estés ya en la cama.

Convencido de que lo haría de aquel modo, tomó su gabán, calzó bien su gorro de lana y salió de la casa, cerrando la puerta con llave.
Estaba nevando por lo que prefirió ir dando un paseo, con su madre enferma era raro el día que podía salir y mucho menos de noche. No sabía cómo había podido conocer a esa chica, con la que ya llevaba tres meses de relación. Hoy por fin en una velada tan tradicional le presentaría a su madre. Juntos los tres abrirían los regalos que probablemente les dejaría Santa Claus mientras cenaban. Sacó las manos de los bolsillos y se las llevó a la cabeza…
-¡Los regalos! Exclamó y volviendo sobre sus pasos, regreso a casa, abrió la puerta y muy enojado le gritó a su madre…
-¡Todavía estás ahí! Te lo dije, mamá, acuéstate.
-Aunque bien pensado a ella le gustará conocerte.
Denis siguió hablando con su madre, mientras le arreglaba la mantita que llevaba en las piernas. Dejando los regalos de las dos mujeres de su vida debajo del árbol. Ya estaba nervioso y fue a cerrar la puerta de atrás…
-Así mamá, no te muevas, luego yo te daré las pastillas, vuelvo enseguida.

Esta segunda vez cuando salió de casa la nevada era más copiosa y cogió el coche, mientras lo abría miró hacia la ventana viendo a su madre tras el cristal que como siempre y obedeciendo a su hijo de allí no se movía.
Al llegar a casa de su prometida Denis se llevó una gran sorpresa. La joven estaba indispuesta, le dijo que tenía fiebre y que no podría ir con él. Que iría en la mañana y que entonces le daría su regalo. Un poco desmoralizado regresó al vehículo, lo puso en marcha y salió, mientras esta vez la que lo observaba desde la ventana era ella, pero sin él darse cuenta.
Ahí comenzaron las preguntas a Christi por parte de los que escuchaban.
-¿Era mentira que estaba enferma, se había cansado de él?
-¿Estaba con otro, verdad Christi?
Cada uno daba su versión de los hechos, esperando que la respuesta que diese fuese la de ellos. Todos querían tener razón en lo que alegaban, pero ahora saldrían de dudas, Christi, cruzó su rebeca sobre sí misma y un escalofrío recorrió su cuerpo. Hasta tal punto que tembló y lo apreciaron algunos de sus alumnos.
-¿Qué ocurre profe?
-Nada chicos, me dio frío.
Pero la verdad era que Christi, no había hecho bien en recordar como cada año hacía el desenlace de aquella historia…
Nada de lo que os imagináis es, chicos, ninguno lleváis razón, ni estaba con otro ni se había cansado de él. Al contrarío la joven muchacha en el momento que vio que arrancaba el coche, fue derecha a su armario ropero a sacar el disfraz.
-Ya lo entiendo, dijeron.
-No entendéis nada, dejarme y no me interrumpáis o vais a quedaros sin conocer el final.
Los jóvenes se miraron entre ellos y encogiéndose de hombros o levantando las cejas, quedaron mudos hasta el final del cuento. Aquel que ninguno sabía que era verídico.
Denis entró en casa con una gran seriedad, apenas echó cuenta de su madre, puso la cena en la mesa, cenó y sin recoger nada, se sentó en el sofá. Le daba vueltas a lo que había pasado y le reflexionaba a su madre de esta forma: Mamá no te preocupes, ella no es como las demás, verás, le vas a gustar, ha dicho que vendrá por la mañana…
Poco a poco Denis iba hablando más pausadamente hasta quedarse dormido, en aquel momento se escuchó la puerta de detrás…
-¿Cómo puede ser si él la había cerrado? Preguntaron
-No fue así, estaba tan nervioso que la abrió en lugar de cerrarla, dijo Christi.
Y por ahí fue por donde entró ella vestida de Santa Claus. Portando un saco con los regalos de Denis y de su madre.
Entró en el salón con tanta cautela que no despertó a ninguno de los dos, y gritó: ¡Oh, oh, oh, oh… Sorpresa!
Siendo ella la más sorprendida, cuando Denis despertó de golpe, se levantó dándole la vuelta al balancín de su madre cadavérica y diciéndole feliz y contento…
-Ves mamá ha venido
-Mira que guapa es
-Ella no es como las demás.

©Adelina GN

LAS ENSOMBRECIDAS MANOS DEL PASILLO

Las sienes encanecidas le hacían parecer más mayor, sostenía un libro que apenas podía ojear. Pasaba las hojas y sus temblorosas manos iban autómatas acercando sus dedos para humedecerlos. Había sido una devoradora de lectura, una apasionada del tema de misterio. Su género literario favorito, tanto para escribir como para ser leído.

Pronto estará aquí, se decía, ella me leerá. Refiriéndose con aquel pensamiento, a su sobrina Irene. Hija de la hija de su prima Angelines, recientemente fallecida.

Era obvio que la joven llevaba su sangre, pues había heredado su amor por las letras. Varios premios en su corta carrera le habían sido concedidos, ahora se acercaba a su tía, grande también entre las escritoras famosas de antaño, para formarse en el tema que la llamada como ella tenía: el misterio, la intriga, el suspense. Una experiencia de años que la consagró como la diosa y erudita del género a lo misterioso y difícil de resolver.

Irene con casi noventa años ya hacía una década que no escribía y apenas podía leer, su movilidad era casi nula, pero se había negado a ir a una residencia. Ni por asomo se le podía mencionar el que abandonase su casa, aquel que fue su hogar, decía ella siempre, quería custodiarlo hasta su final. Demasiados recuerdos la ataban a la casa, y no todos habían sido buenos. Los primeros años, su incomprendida afición a las letras fue causa de disgustos familiares, que comenzó a subsanar pasados varios años. Provocando tal inestabilidad familiar, que después de la muerte repentina de sus padres, su hermano abandonó el lugar. A partir de entonces comenzó a publicar, sus éxitos se sucedían, eran periódicos, casi tan asiduos como sus maridos. Un total de siete fueron contabilizados en el registro civil de aquel pueblo, un escondido lugar donde las preguntas no formaban parte de sus vidas. Parecía que no importaba, si alguien llegaba o se marchaba, para sus vecinos, era la escritora y nadie se atrevía a poner en tela de juicio nada de lo que ocurría allí. Irene daba prestigio al pueblo, ahora sus éxitos formaban parte de su pasado e Irene, su sobrina, quería aumentar el suyo haciendo que su tía la dejase continuar su última y exitosa novela de misterio, diez años atrás editada con un exitoso triunfo. Titulada con mucho fundamento “ Las ensombrecidas manos del pasillo”

Pudiese ser que la afamada escritora, no lograse que su tía le revelase la fuente de inspiración que la llevó a escribir con tanta fiabilidad su última obra. Aquella basada en un misterioso asesino que escondía sus crímenes, tapiando a sus victimas en el ensombrecido pasillo.

Adelina GN

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ESPECTRO

Eran muchas las ocasiones en las que Enora, había tenido en sus manos aquellas entradas, pero siempre por prescripción facultativa las tuvo que regalar.

Voy a explicar con ese ápice de brevedad que me caracteriza (no es cierto) qué ocurría y el motivo por el cual, nuestra enfermiza amiga no podía o más bien no debía ir al Parque de Atracciones y mucho menos entrar en el Pasaje del Terror.

Ella entendía que su salud era quebradiza como la de un cristal, que las emociones estaban vetadas. Desde la intervención quirúrgica a corazón abierto a la que fue sometida, Enora sufría de pequeños infartos debidos a las situaciones de penas y alegrías. Por lo que debería llevar una vida tranquila y sin alteraciones, ni físicas, ni emocionales. Pautas que fueron dadas por el doctor en su última revisión.

Enojada con ella misma salió de la consulta, pensando: qué era lo que hacía ahora, si vivía o esperaba a que su órgano vital se encaprichase un día en emocionarse y terminase así con la tontería.

Así que si queréis, podéis preguntaros, qué pensáis al respecto o simplemente os invito a que sigáis leyendo:

Se reflejaban las 07:32 a.m en el radio reloj digital de su mesilla de noche y Enora cantaba feliz…

Vale la pena una vez más…

Pintarse la cara color esperanza… Mirar el futuro con el corazón…

No debo retrasarme, hoy es el día, que ilusión, por fin voy a cumplir mi deseo. Todo aquello se decía camino al trabajo como cualquier otro viernes, pero ella sabía que no era así. Todo dependía de los resultados que surgiesen del pase de atracciones, y para ello quedaban aún unas cuantas horas.

Ya el nombre del pasaje causaba escalofrió ESPECTRO sumado todo al tiempo lluvioso que tuvo la noche caprichosa en mostrar para y con aquella diversión.

Enora enseñó las entradas a la muerte, que la esperaba con la guadaña para que allí las pinchase. Cuándo, un impresionante Igor la miraba fijamente con su ojo deforme. Le pidió que se agachase y en ella colocó un micrófono para que fuese narrando su odisea terrorífica a los que fuera esperaban. El itinerario se hacía individualmente, por lo que su amigo esperó fuera, desde allí escucharía todo lo que aconteciese en aquel lugar de terror psicológico.

Apartando la cortina que la separaba del interior Enora, sintió una ráfaga de viento helado que la dejó tiritando, tapándose la cara avanzaba por aquel laberinto, donde, las manos mugrientas y cadavéricas la jalaban a su paso. Para entonces todo iba bien, sintiendo solamente una pequeña opresión en el pecho que se agudizó cuando el payaso de IT apareció de sopetón delante de su cara. Tuvo que contener la respiración o de lo contrario lanzaría un grito que alarmaría y no quería que aquello pasase, quería que fuese algo más sencillo, más normal tratándose del lugar donde se encontraba. Y siguió paso a paso recorriendo aquellos oscuros pasillos. Su corazón se estaba acelerando demasiado después de entrar en la sala blanca y acolchada, en la que se encontró con una loca que le acariciaba el pelo y le cantaba una canción de cuna. Sus nervios iban cada vez en aumento, su pulso se aceleró por completo. Estaba siendo atacada por unos murciélagos que revoloteaban sobre su cabeza y por mucho que a zarpazos quería quitarlos, por momentos le hacían daño. Pero aquello no debía de importarle, pues era para lo que había ido allí. Comenzaron a empujarla a tirarle sangre por encima, le gritaban, y de nuevo una ráfaga de viento frío dejaba otra vez su rostro petrificado. Ahora allí no se escuchaba nada, todo había quedado en silencio, delante de ella otra sala oscura en la que tenía que entrar. ¿Sería aquel el final? Ella quería que fuese, así que no dudó en apartar el cortinaje que cubría aquella entrada. Ya comenzaba a respirar con dificultad, su boca se secó, y se estaba mareando, sentía que no podía avanzar y se agarró a la tela, cayendo sobre ella la arrancó. Apareciendo delante de sus ojos aquella calavera, un rostro que hizo que su corazón se parase de golpe. Enora dejó de respirar, aquel su último deseo se había cumplido, terminó con la agonía de no poder tener sensaciones. No hubo ningún responsable, la atracción siguió en activo, porque ya se sabe…

Quien por su culpa muere que nadie le llore”

Adelina GN

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EL CUARTO OSCURO

Era una experiencia nueva, nunca antes había estado allí, parecía que estaba en la entrada de una cueva siniestra. Mi corazón entonces latía con fuerza, tenía miedo, pero no podía perder aquella oportunidad. Tras aquella puerta entornada una cortina poco estética, negra como el propio recinto que iba a habitar por unas horas, esperaba ser apartada. Y así lo hice, pasé a su interior, una luz roja color fuego custodiaba a la tenebrosa oscuridad.

Mucho era el tiempo que había esperado, para realizar aquello y comencé con el experimento hasta entonces negado a mi afición.

Me coloqué los guantes, vertí los líquidos en las cubetas e introduje en ellas todo el material que la fiesta infantil me había proporcionado. Por un momento me asusté, me parecía que alguien me observaba, me di la vuelta, pero no, el gato de mi amiga se había colado en la habitación.

Era curioso, el olor de aquel cuarto me daba alergia, estornudaba y un escalofrío recorría mi cuerpo. Por un momento pensé en salir y dejar todo a medias, pero por suerte todo volvería a ser como antes, no volvería a disparar de aquella forma, ni haría falta un cuarto oscuro para darle vida a mis vivencias. Al terminar el tiempo de espera me asomé a una de aquellas bateas donde sumergí a la niña, era asombroso como volvía a aparecer ante mis ojos y como se movía, se asemejaba un milagro. Aunque cuando fui a sacarla de allí para colgarla y que se secase, mi semblante palideció, mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo.

¡Aquella fotografía no era la que yo había tomado! En lugar de la niña de la fiesta, a la que fotografíe sonriente y con aquel osito de peluche en brazos. Aparecía en ella una fantasmagórica niña enlutada, sosteniendo en sus piernas un cráneo cadavérico.

Estampa aquella que tardaré mucho en olvidar, aquel suceso me marcó para siempre, dejando para otros lo de revelar en el cuarto oscuro.

¿De dónde salió aquella imagen? Fue algo inexplicable y misterioso. Pero todo tenía que ver con aquel cuarto oscuro. Lugar, del que años después averigüé que en él había muerto una niña en extrañas circunstancias.

Adelina GN

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CONFIANDO EN UNO MISMO

Reto en El Maravilloso Mundo de los Libros
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Martín era feliz, no había duda de ello, sus risas lo delataban, junto a su mujer Leonor emprendía el último viaje de su vida, pero antes quedaba por realizar algo, un detalle que no quería que se le escapara, el agradecimiento a su amigo Hector. Su amigo el comisario de policía que prácticamente y gracias a su declaración en el juicio, hicieron que saliera absuelto de aquellos crímenes en serie que le encausaron.

Muy cabizbajo entró en la jefatura, avergonzado por aquellos hechos, las miradas de sus compañeros lo decían todo, muchos de ellos no creían en su inocencia y a medida que él avanzaba caminando despacio, ellos se retiraron a su presencia. Otros como Héctor, le tendían la mano en señal de amistad, despidiendo al compañero acusado injustamente de aquellos crímenes que no tenían nombre. Unos asesinatos que aún no tenían un culpable, cuatro mujeres entre 30 y 40 años habían sido apuñaladas sin piedad por un asesino en serie, un sujeto sin escrúpulos les había arrebatado la vida… Y las remataba con una puñalada certera en el bajo vientre. La confesión de su amigo el comisario Martí niega fue su salvación ante el juez y el jurado que lo dejó libre, pero bajo sospecha hasta que encontrasen al verdadero culpable de aquella sanguinaria barbarie. Aquel y no otro era el motivo que le llevaba a Martín a su oficina, despedirse de su amigo Héctor y comunicar donde viajaría con su esposa para descansar de aquellos dos meses en los que había estado preso…

Ya en la carretera, por cierto desierta, él iba conduciendo, tranquilo y muy feliz por comenzar una nueva etapa de su vida, junto a Leonor. Entre risas le pidió un cigarrillo…

-No pienso que vuelva a fumar, pero ahora me apetece, le dijo a su mujer…

Martín lo encendió, inhalo el humo como si no hubiese un mañana, la sensación de bienestar se notaba en él al soltar por su boca el resto de la calada que había dado…

-¡Genial!… ¡Cómo se agradece!… Después de dos meses sin hacer otra cosa que ver los barrotes de aquella celda y las mismas caras a diario…

Un infierno, fue un infierno se repetía una y otra vez… Cuando de pronto Leonor comenzó a conversar, le decía que no fumase tanto, pues ya llevaba medio paquete gastado, él le sonrió contestando a su consejo…

Tengo que hacer todo lo que no he hecho en todo este tiempo… Entonces sus manos apretaron fuerte el volante, al escuchar la contestación en plan de burla de su esposa…

¿Cómo? ¡Pues por mí como si te mueres! Y soltó una carcajada, cogiendo el tabaco de la guantera y encendiéndose ella un pitillo de modo insinuante…

Aquellos momentos fueron de un silencio sepulcral, la noche había hecho su presencia, Leonor se había dormido, cuando Martín hizo un viraje inesperado… Ella se asustó y despertó sobresaltada preguntando que había ocurrido… Con un rictus de enfado Martín le decía que habían pinchado y que continuase durmiendo… Se bajó del automóvil y pasó a abrir el maletero. Cuando vio que Leonor le había hecho caso, tomó de allí un machete y volvió a entrar en el coche, ella ni se inmutó cuando le asestó más de seis cuchilladas por todo el cuerpo, terminando con la que él creía que acababa con su vida. Acto seguido él mismo se producía en los brazos y las piernas varias de aquellas puñaladas, pero en sitios estratégicos de su anatomía, quedando herido pero no de gravedad. Así con el cuerpo de su mujer cosido a puñaladas, y él sangrando reanudó el viaje, no sin antes quitarse los guantes y enterrarlos junto al arma blanca en el arcén donde más maleza había. Miró a su alrededor y confiado se quedaba, pues aquella carretera no era nada transitada… Quedaban tan solo dos kilómetros para llegar y se decía que aguantaría, y que diría que a la entrada del pueblo alguien les había hecho parar y que así como les contaba habían ocurrido los hechos ya que nadie lo había visto matar a su esposa.

Pero la mente enferma de Martín, su esquizofrenia, sus ganas de matar no le dejaron ver lo que podía ocurrir con aquel hecho, en el que por mucho que dijese que a él también le habían atacado, nadie se lo creería…

Continuó conduciendo como pudo, no sentía las piernas y sus brazos perdían movilidad por momentos. Cuando allí en lo alto del cielo estrellado, le pareció ver un ojo gigantesco que lo miraba acusándolo de lo que había hecho. Su mirada se nublaba e intentó fijarse donde quedó el tabaco, alargó su mano y la empapó con la sangre de Leonor, ahí se daría cuenta de lo que había hecho. Pero ya era tarde para rectificar nada, las luces que veía ahora le indicaban que estaba llegando a su destino…

Aunque no era así como él pensó, las luces eran del control policial que le estaba esperando, una barrera humana con la que acordonaron la entrada de aquel pueblo de caza, donde iba a refugiarse para rehabilitarse de su perfil como asesino en serie. En aquel punto se encontraba su amigo el comisario, avisado por los controladores del bosque, al recibir de las cámaras de seguridad su acto criminal…

Quién le iba a decir que aquel ojo que le pareció ver en su delirio era el reflejo de uno de aquellos drones que mantenían activas las cámaras que vigilaban los actos vandálicos de los cazadores furtivos… Tomando de aquel modo el bestial acto de asesinato que acabó con la vida de Leonor…

Pero no habría nada que aclarar al respecto, ya que el vehículo se empotró en una gran piedra, con un cartel en la que se leía “Zona vigilada por radar” y que él no leía porque estaba ya muerto…

©Adelina GN

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MIEMBROS

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Sobre el volante y pegada a el miraba el escenario fantasmagórico que la avería de su auto, había hecho que casualmente tuviera que parar allí y cerciorarse de lo que veía…

La luna quedaba dibujada sobre la torre más alta de aquella colina, las ramas de los árboles y las sombras cubrían de misterio aquel pantano seco por la falta de lluvias. El viejo motel de carretera, estaba aún muy lejos, era el único habitáculo cercano que en el pueblo habían informado a Enri que encontraría, y que veía ahora reflejado en el mapa de su GPS…

Lastima que aquel percance la dejase a unos cuantos kilómetros del lugar que en realidad le podía dar satisfacciones, donde pretendía pasar unas merecidas vacaciones, aunque la verdad sería otra sin duda alguna…

La muchacha venía de la Capital, y había elegido aquella parte del bosque porque en su casa siempre sus padres le hablaron muy bien de el, diciéndole que algún día tenía que visitar el maravilloso lago y la sierra de aquella parte del condado, que a pesar de mostrarse lúgubre durante la noche, por el día tenía un aspecto muy vivo…

Enri no entendía aquel interés, ya que sus padres eran de adopción y siempre le habían dicho que ellos pertenecían a un pueblo del Sur, no del Norte donde cada año le insinuaban que sería el mejor lugar de destino para sus vacaciones. En realidad toda aquella parte era preciosa, exceptuando que al llegar la noche como en todo lugar, pero allí parecía que más, todo se cubría de un manto de misterio y de historias de crímenes.

De hecho, se percató del cartel que presidía el camino que la llevaría a su destino y donde con escasa luminosidad se leía en el… «Motel»

Enri comenzó a caminar, la sequedad de la tierra árida se escuchaba bajo sus pies, el viento movía la maleza seca, el propio entorno era tétrico, como sacado de una película de miedo. La chica abrigó su pecho con sus manos y le pareció ver a lo lejos, casi a la salida de aquel sendero unos brazos que salían de aquella espesa broza…

Pensando que todo era cosa de su imaginación, apretó el paso y dejó atrás aquel tramo del sendero, pero cuando llegó a ese punto sintió como si algo le rozaba las piernas, no pudo ver nada porque sus ojos permanecían cerrados. Una vez fuera del lugar no quiso darse la vuelta, ya estaba fuera del bosque, aunque la sensación de miedo seguía envolviéndola… Viendo una casa que estaba solitaria a unos cuantos metros antes de llegar al lugar donde se hospedaría…

Al llegar a la casa aquel estropeado jardín le parecía familiar, el columpio que se balanceaba solo, la invitaba a sentarse en el, pero desistió al sentir un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo… Llamó a la puerta, tardaron en abrir, pero la recibieron con suma galantería…

La anciana que le abrió indicó muy amable que se sentase a la mesa y que la cena estaría enseguida, en aquella vieja casa todo funcionaba como en cualquier familia, le extrañaba, pero aceptaba sin saber el porqué, la madre y el hijo, que llegó luego, hablaban como si la conocieran, acompañando sus frases con el calificativo de hija.

Aquel joven que tan solo tendría un par de años más que ella, vestía desaliñado, con un mono de trabajo, completamente lleno de grasa a pesar de que no se veía mucho movimiento de trabajo en aquel lugar.

– Pero en fin, pensó ella, total mañana estaré en mi verdadero lugar de vacaciones, y nosotros pensamos ahora al respecto, ¿será así o simplemente lo pensó ella?

Al terminar la cena el joven insistió en que le acompañase, se veía osado y con tremendas ganas de entablar una conversación, pero ella estaba convencida de que allí donde la llevaba, no se le había perdido nada, y se lo dijo, he pasado mucho miedo y no pienso volver allí. Sin darse cuenta que su madre le hacía una serie de advertencias a espaldas de ella. Esa noche Enri se sintió observada, le daba la sensación de que no estaba sola, cada uno de sus movimientos era como ella pensaba, espiado por alguien que se encontraba en la habitación contigua, ya que escuchaba sus pasos y si atendía bien hasta su respirar detrás de la pared, en aquel instante llamaron a la puerta…

Eran la madre y el hijo…

Enri, la llamaron, cuando en ningún momento ella dijo su nombre, no tengas miedo de lo que has visto en el sendero, eres de la familia y ellos son los miembros de la misma, a los que hemos necesitado para sobrevivir, que como a ti te ocurrió tuvieron en su día un terrible accidente, pero ahora ya estas en casa hija…

©Adelina GN

INCÓGNITA POR RESOLVER

Reto – El Maravilloso Mundo de los Libros
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La historia que aquí leeréis es una leyenda, un cuento de miedo contado por los más mayores del lugar, para que los jóvenes atrevidos, no lo fuesen tanto y tomasen precauciones a la hora de circular de noche y con las malas inclemencias del tiempo invernal. El suceso relatado no tiene el mismo efecto que traumatice a quien lo lee, según sea quién lo haga, pero era lo que había aquel día en sus manos, una pequeña novela corta, para más datos de algún que otro extraño caso sin resolver del pueblo…
Comenzó a leer… todo empezaba bien, mientras saboreaba una lata de refresco bien helada, el relato trataba de un accidente en la nieve, muy apropiado ¿no os parece? Sobre todo si miras por la ventana y observamos que la nieve no deja de caer…
Después de haber llegado al punto en que la pareja de jóvenes, se había separaron de sus amigos, y se adentraron en la noche para amarse, conduciendo temerariamente, esperas lo peor y te atreves a saltarte la parte romántica, pues la verdad no te apetece, prefieres llegar a la parte escalofriante de la historia, esa que se vuelve tórrida y espeluznante y que te hace crear la expectativa a lo que lees…
Seguía leyendo y llegaba al punto en que aquellos jóvenes circulaban con su vehiculo, bebiendo y escuchando la música a todo volumen. La lectura hace que imagines y así lo hacía… debía de haber sido horrible, salirse de aquel modo de la carretera, rodeados de nieve y heridos, pero en aquella recta sería fácil que los encontrasen…
Pasó de hoja, tomó la esquina de aquella página y la frotó, el tacto del papel en la yema de sus dedos era algo que le agradaba, comprobando que allí terminaba el relato…
Discrepar un poco del argumento, era lo que hacía ahora, la recta donde sucedió el malogrado accidente y en la que el lector deducía que por su visibilidad podrían localizarlo rápidamente, resultaba ser al contrario, ya que continuó leyendo y en la historia ocurrió todo lo contrario…
Nadie presenció aquel siniestro, heridos pasaron toda la noche a la intemperie, fue al día siguiente cuando a la ausencia de ambos los servicios de rescate en carretera los encontraron… Pero aquí llega lo misterioso… El fenómeno que quedaba escrito para que aquella historia quedase impresa como género de intriga y misterio para todo el pueblo…
Solo aquella mañana fría y nevada en la cuneta de aquella carretera, encontraron el cuerpo calcinado del conductor, del acompañante no había ni rastro, solo hubo un entierro en el pueblo, jamás hallaron a nadie más, para todos aquella sería una incógnita por resolver…

Mientras tanto nuestro ávido lector daba vueltas sobre lo que había leído, comprobaría que el lugar donde disfrutaba de aquello que le entretenía cerraba para el descanso del personal, cerrando el libro y depositando la misteriosa lectura en la mesa, lugar donde lo había encontrado y que era el adecuado para ser fácilmente leído en aquellos días de tormentosas nevadas…
Seguro que al regresar a casa tomaría un café y escucharía algo de música para no pensar en la historia, creo que es lo que solemos hacer cuando algo da vueltas en nuestra cabeza… Imaginar lo que estaba pensando… ¿tomar un atajo? Estáis en lo cierto; Pero…

No tenía otra alternativa, debía tomar aquella ruta siniestra si quería llegar a casa a tiempo. La nieve bloqueaba todos los accesos a la ciudad, y el mal tiempo no favorecía la conducción por ninguna otra carretera, todo iba bien, había puesto música antes de la recta maldita de la cual contaban la historia…
La visibilidad era casi nula por lo que conectó las luces largas de su automóvil, haciendo que los potentes faros iluminaron todo el arcén, circulaba despacio, recordando la historia que había leído, cuando de repente apareció… probablemente salió de la cuneta, la observaba mientras avanzaba… y allí de pie estaba… estática… aquella figura humana no se movía… Mientras cada vez estaba más cerca de ella…

Ahora también la incógnita estaba por resolver…

©Adelina GN

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