LE PEDÍ QUE ME ABRAZASE/Erótico

Ejercito mis dedos entumecidos por el frío. Estoy a un instante de recordar aquel momento en Venecia. Aquel lugar que puso cimientos a mi amor. Aquella experiencia que jamás olvidaré.
Por tal motivo lo escribo, no quiero olvidar, quisiera siempre recordar. Pero será difícil, mi enfermedad avanza y llegará ese fatídico día en el que mi masa gris enferma no me lo permita. Ahora que aún siento lo quiero volver a vivir, dicen, que quedan esos momentos en los que te has recreado y has sido feliz.
Y quiero que sea aquel en el que le pedí que me abrazase…

El panorama era magistral, no la vista, desde el motel al que me llevó Piero después de la fiesta. Un joven italiano que no podía ser más alto. Toda aquella agua misteriosa que bebimos nos perjudicó y mucho. Despertamos sin saber ni quienes éramos, pero, eso sí, satisfechos y con amplias sonrisas. No había duda de que la cosa fue bien, pero sin recuerdos.
Decidiendo así volver a iniciar aquella tertulia amorosa que había concluido unas horas antes y al parecer con éxito. Comprobaríamos si tal y cómo iban reaccionando nuestros cuerpos a las caricias había concluido bien.

-No, por ahí no, le dije. No sé si anoche pudiste, le pregunté. Me levantó por la cintura y muy caballeroso me dio la vuelta y me dijo; que él tampoco se acordaba, dejando aquel intento de sexo anal nulo.
Acto seguido sus dedos se enredaban en mi pelo, en la postura más tradicional me amaba. Su dorso aplastaba mis pechos, obligándome a respirar con fatiga, pues su peso me impedía hacerlo. Mis manos recorrían su espalda, anclándose en sus nalgas, sin desear que me dejase de amar, clavaba mis uñas en sus glúteos.
No era mi intención, pero le hice daño, apartándose algo molesto. Pero lo que creí yo, pasó a un segundo plano…
¿Quieres guerra? Me decía sonriendo, e indicándome que optásemos por adoptar la postura del sesenta y nueve. Aquella me gustaba más y de hecho me gusta. Esa tampoco me gustaría que se me olvidase, la recordamos a menudo.
Fue una noche inolvidable, quiero que quede siempre en mi mente y que jamás se me olvide el momento aquel en el que por primera vez deje de ser virgen por detrás.
Después de aquellos juegos que por su parte ya estaban premeditados, estaba completamente lubricada. Excitada al máximo, volvió a ponerme de rodillas, abarcando con sus manos, él entonces mis nalgas y despacio, muy despacio me penetró. Notando cómo para él la experiencia estaba siendo también grata, ya que su miembro cada vez estaba más duro.
Podía escuchar mis propios gemidos de dolor, convertidos por su delicadeza al moverse en suspiros placenteros. Mi piel sudaba y se estremecía a cada sacudida de su cuerpo sobre el mío…
La verdad que no lo olvidaré, han pasado ya varios años y quiero que quede grabado en mi cerebro aquel instante, sobre todo cuando al terminar quedamos tendidos en la cama y le pedí que me abrazase.

Así terminaba aquel relato que Piero leía a Irene. Cada día después de amarla en aquella postura que entonces ella permitió por amor. Él acataba ordenes y ahora después de su olvido, ella quería recordar y pedirle cada vez al terminar, que la abrazase.

©Adelina GN

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BELLEZA SEDUCTORA

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Ya las doce no darán en el reloj, estoy muy cansado pero, tengo que escribir, está sigue siendo la mayor de mis aficiones, a pesar de que hoy con la pintura he gozado plenamente, mejor dicho me han seducido. Mi querido diario, puede que hoy te cargue de sensualidad, pero que es un cuaderno de secretos, cuando no encierras en el todo aquello que no quieres que sepa el resto del mundo, son pues simples palabras escritas en un trozo de papel, pero cuando ellas se transforman en eróticos testimonios, dejan de ser una fantasía para convertirse en claras verdades.

DOS HORAS ANTES…
Llamaron a la puerta, yo estaba nervioso, no era la primera vez que Angela posaba para mí, aquella vez nos salvó la campana, hoy no permitiría que fuese así, por aquel motivo ya que mis pensamientos se adelantaban a los acontecimientos, no acertaba a dónde dejar los pinceles, por fin los arroje en la mesa, y llegué a la puerta y abrí, su belleza siempre me cautivaba, aquella mirada felina enfureció al león en celo, que podría con sus garras destrozar su indumentaria, para destapar aquellas curvas ejemplares de las que quedaba prendado cada vez que las contemplaba. Le permití que pasase, no podía ser de otro modo y a propósito la hice pasar delante, cediéndole galantemente el camino, retratando de aquella forma de arriba abajo aquel majestuoso cuerpo. No tengo la menor duda de que Angela lo sabía y consciente se contoneaba sobradamente al andar. Ya para entonces sentí como mí “pincel” se endurecía, imaginando sin más a mi modelo dentro de aquel vestido negro, al que solo le faltaba hablar para decirme lo que custodiaba en su interior. Quizás fui demasiado lejos y deje volar mi imaginación, cuando esbocé en ella el dibujo perfecto de su anatomía seductora. Al llegar a la habitación, me preguntó dónde debía sentarse, y ocupando el sillón que le indique, me provocaba haciéndome sentir envidia del contacto de su piel en el. Al otro lado del lienzo mis manos comenzaban a trazar líneas que desnudaban su belleza, solo en dos ocasiones tuve que acercarme a ella para recomponer su pose y al tocarla mi corazón se desbocaba, latía sin control, mi boca se secó de tal modo que mi lengua recorría mis labios cómo si lamiese los suyos, aquellos que carnosos y pintados de un carmín rojo fuego invitaba a ser mordidos.
Cogiéndola de sus hombros desnudos todo cobraba vida en mi cuerpo de nuevo, el tacto de su aterciopelada piel me hacía sentir una maravillosa excitación. Sensaciones que me costaba ocultar, cuando su repentino cruce de piernas me dejo ver que debajo de aquel vestido no llevaba nada. Seguí con mi ocupación, cuando ocupada estaba ya la parte musculosa de mi entrepierna, en el momento que mi trazo en el lienzo dibujaba sus manos, que se dejaron caer cóncavas en aquellos pasamanos del sillón, como si sujetaran en su interior la parte más delicada de un cuerpo varonil. Dos horas mudas relataron la sesión para la que Angela posó para mí, alejándose como llegó, andando sensualmente en su despedida…

Esto ha sido todo mi querido diario, gracias por dejarme explayarme en tus páginas, por dejar escrito en ti esas sensaciones que Angela me provoca y que soy incapaz de expresarlas realmente delante de ella.
Sensaciones que gracias a que mis manos están ocupadas tecleando no dejan que mi imaginación se convierta en una palpable realidad.

©Adelina GN