INTRODUCCIÓN
Para el pequeño pueblo de LittelGreen aquel había sido un año fértil ya que hubieron varios partos múltiples a la vez que nacimientos sencillos. Pronto se poblaría de niños corriendo y jugando entre sus espesas llanuras verdes, sembradas apropósito para abastecer de comida a los ranchos de su contornada. El ganado del lugar nacido por aquellas fechas, en la primaveral y calurosa estación, crecería a la par junto a los niños y niñas. Viéndose todos beneficiados conseguirían buenas cosechas y buenos habitantes para un pueblo tranquilo como era LittelGreen.
En la familia que sera la protagonista de nuestra historia, nacería en un parto gemelar dos hermosas niñas, que al igual que dos gotas de agua se parecerían siempre, no importaba que crecieran, que engordasen o que les cortasen el pelo para diferenciarlas, Luzlinda y Luzbella hacían lo inverosímil para que a pesar del empeño de su padre, todo el mundo en el pueblo y fuera de el las confundiesen.
Las pequeñas entonces no daban ningún trabajo comían y dormían, salvo cuando no lloraban, causa por entonces que traía el insomnio y en ocasiones la desesperación a George que con el desconcierto daba por consecuencia el biberón al mismo bebé.
Lucí la mamá, tendría una gran idea para que aquello no volviese a suceder, escribió en dos cintas el comienzo del nombre de las niñas, pero al ser igual, las numeraria, Luz1 y Luz2.
Aquellas pulseras de color azul tuvieron que ser renovadas por su madre, hasta el día que le dejo la responsabilidad al papá, ya que Dios quiso llevársela a causa de una grave enfermedad.
La mañana se abría con un hermoso amanecer, el canto de los pájaros las despertaron, con tan solo seis años, las Luces, como eran llamadas en el pueblo, se habían quedado sin madre, y ahora era el momento de ir a despedirla.
Herminia entro en la habitación y las animo a vestirse, tenían que estar más bonitas que ningún día, en el adios a su mamá no debía faltar ningún detalle, tenían que verse lindas y bellas para hacer honor a su nombre y que la luz de su rostro no se apagase, de ahí el consejo de la tata a que sonriesen cada instante, y su mamá las viese felices desde el Cielo.
Los comentarios al ver llegar a la Iglesia al cortejo fúnebre, eran de un dolor enorme, ver a ese joven padre llevar de la mano a sus dos hijas era desconsolador, las niñas vestidas las dos de blanco y con un lazo negro recogiéndoles el pelo, sonreían como les dijeron. Todo lo contrario era el semblante de George que dejaba escapar sus lagrimas cada vez que le decían, lo siento.
Todos los parientes cercanos de Lucí habían llegado para su entierro, la joven difunta pertenecía a un pueblo cercano. Su marido y las hijas centraban su sitio en aquel banco, mientras los familiares les flanqueaban.
Lucí fue enterrada en el panteón familiar de los Wilson, allí donde reposaban los restos de la joven madre acudirían durante años sus hijas, Luzlinda y Luzbella acompañadas como siempre por su padre George, allí en campo santo y donde reposarían algún día sus restos también junto a los de ella.
La normalidad en casa era aceptada y después de unos meses se opto por no nombrar a Lucí, era tanto el dolor que sentían al hablar de la madre que preferían recordarla en silencio, en alguna ocasión de despiste por parte de las niñas, se les escapaba y el recuerdo lo hacían presente pero ahí estaba Herminia para echar una mano al papá que desfallecía cada vez que oía su nombre.
Pasado mucho más tiempo, fue en una de esas ocasiones y en la que Luzbella, nombro las pulseras argumentando que después de tres años deberían cambiarse, su decisión fue arrancársela y decir que están feas y que ya no eran bonitas. Su padre enfureció no podía escuchar hablar de renovaciones o cambios que a pesar del tiempo tuvieran que hacerse de algo que Lucí su esposa había dejado hecho. Las Luces habían crecido y después de los años no les apetecía ir marcadas como una res y así lo expuso la niña. El desconcierto en aquella comida fue tremendo, el golpe dado por George encima de la mesa hacia saltar la vajilla cayendo al suelo algunos de los enseres utilizados para vestir la mesa. Derramando un plato de sopa que fue a caer encima de las piernas de su hermana.
Una vez más el medico tendría que visitar a la familia Wilson, creyendo que era otra de las travesuras de las Luces, ya que las niñas al sentirse especiales por ser iguales y crecer sin madre tomaron un rumbo exagerado con caprichos y auto defensa a cada cosa que les ocurría o que ellas mismas provocaban a espaldas de su padre y de Herminia que ya mayor, casi no podía controlarlas.
Cuando Artur, el medico, hablo con su amigo George los dos coincidieron que seria mejor llevar a las niñas a un colegio internas allí crecerían con una buena disciplina y llegarían un día a ser unas mujeres de provecho, en aquello estaba también de acuerdo la tata, pero sabia que la que más necesitaba una autoridad más estricta era Luzbella casualmente la que había provocado aquel accidente casero.
El Colegio Mayor Woman Center era una mansión rodeada de una gran arboleda en la cual solo residían alumnas, internadas allí para aprender disciplina sobre todo normas para la formación femenina, el aprendizaje ademas de los estudios constaba de aprender tareas que la mujer tendría asignadas de por vida, cocinar, coser y como no aprender a cuidar a los hijos cuando llegase el momento en que un hombre las eligiese para casarse.
Las hermanas continuaban pareciéndose como cuando nacieron hacia ya quince años, habían pasado ya seis, desde que su padre las interno en aquel colegio, en varias ocasiones y fechas señaladas las jovencitas habían visitado LittelGreen, donde su belleza era uno de los puntos de conversación habitual cuando ellas se paseaban por las calles del pueblo. Como cualquier joven que comienza a sentirse mujer, tonteaban con sus amigos esos jóvenes que continuaban allí y que cuando los dejaron eran todavía unos niños. Luzbella era la más atrevida al contrario más callada y dócil que su propia hermana era Luzlinda y por consecuencia sembraba la discordia entre las dos, para entonces ya las pulseras habían desaparecido y era de lo que se servia Luzbella suplantando a su recatada hermana.
Su padre aún las confundía, procuraba tener siempre una conversación con ellas dos delante preguntando quien era Luzlinda, para dirigirse a ella en especial, pues el despotismo que mostraba su otra hija no le agradaba demasiado y antes que enemistarse con ella, prefería tratar ciertos asuntos con su ojito derecho que a pesar de ser idénticas era para él Luzlinda.
Aquella noche al igual que aquel otro día la polémica estaba servida en bandeja de plata, primero por parte de Luzbella y sin remedio por su tutor que ya comenzaba a sintomizar su enfermedad.
Era la hora de la cena y la nueva asistenta Gaby, que ocupo el puesto a la muerte de Hermina, llamaba al señor a que se sentase en la mesa. Su obediencia a la servidumbre era extrema y acudió a su llamada sin vacilar, al llegar pregunto por sus hijas y la joven sirvienta le comunicaba que aún no habían llegado de su paseo por el pueblo. George miro el reloj que colgaba de la pared y murmuro que aunque no era demasiado tarde ya deberían de estar allí para cenar con él. Terminando su postre y ya limpiándose la boca con la servilleta, unas manos taparon sus ojos y unos labios posaban un tierno beso en su mejilla. George, sonrió preguntando a la vez de quien era aquel saludo tan cariñoso.
Las voces de sus hijas eran inconfundibles por lo que al contestar a la pregunta dijo, soy yo papá. Su padre giro la cabeza y la miro, sin saber que era Luzbella quien le hablaba.
Los halagos al saludo de su hija fueron identificados por él nombrando a Luzlinda como la autora de aquel cariñoso beso, y sin descubrirse Luzbella se acerco a su padre, preguntándole si todavía quedaba cena para ellas.
El padre sin más le dijo enfadado, que creía que si, que preguntase a Gaby, y que seguro que si no hubiese sido por su hermana hubiesen llegado a tiempo para cenar con él. Aquella acusación sin saber que era a Luzbella a quien tenia delante, harían que su hija confirmase la certeza, que a pesar de ser iguales, él prefería siempre y desde siempre a su hermana gemela.
En aquel momento escuchando aquella frase hacia acto de presencia en el salón Luzlinda, quedando las dos mirándose de frente, como si se viesen en un espejo, su hermana la que era idéntica a ella, pero no tan afectivamente para su padre.
En aquella visita al pueblo y antes de volver de nuevo al colegio, sucedieron varios accidentes más relacionados con el físico de las jovencitas hermanas Wilson, aquel natural parecido debido a su gemelar nacimiento, era un hecho que Luzbella no llevaba demasiado bien, dado a que para lo malo siempre la acusaban a ella, la verdad era que su hermana no causaba demasiado alboroto en su cotidiana vida, pero había algo que si molestaba y muy de verdad a la joven en lo que a los amoríos se trataba, Luzlinda siempre empalizaba más con los chicos, por lo que y en su negativa a hacerlo en más de una ocasión, cedería al joven elegido por su hermana para que esta disfrutase a sabiendas de que ella misma no era la elegida para aquel escarceo amoroso, suplantando a su hermana Luzlinda en la cita. La actitud mucho menos activa de Luzlinda frente a la extrovertida fogosidad de Luzbella, dejaban a la primera en muy buen lugar, algo que causaba en los muchachos una pregunta, cuando las dos paseaban por el parque luciendo palmito …. ¿Cual de las dos es Luzlinda?.
Pregunta que contestaba rotundamente Luzbella con una afirmación en mayúsculas …. SOY YO.
La vuelta al colegio fue como las anteriores ocasiones, un trauma se apoderaba de una de ellas, como siempre Luzbella se negaba a incorporarse a la normalidad y a la ilusión por aprender para hacerse cargo de su padre que le causaba a Luzlinda, no había duda de que a esta ultima y más que a su hermana le llamaba la idea de la monotonía de ser ama de casa, algo que irritaba y mucho a su hermana, y que se negaba rotundamente a prestarle ayuda en un futuro que estaba muy cercano.
En aquel año y medio que tardo en llegar aquel tiempo en el que las dos hermanas tendrían que ocuparse de su padre, en el centro de estudios surgieron acontecimientos que adelantarían el hecho de la graduación y posterior vuelta a casa. Por una parte Luzlinda había aprovechado al máximo aquellos estudios que la convertían en una adolescente de casi dieciocho años. Al igual que a su hermana los años las habían convertido en dos adolescentes bellísimas, sus rostros prácticamente inmaculados y sus cabellos como las llamas del fuego, volvían locos a los jóvenes del colegio colindante al de ellas, El Colegio Mayor Man Center como bien refleja su nombre era exclusivamente para alumnos masculinos, dos centros ubicados en plena naturaleza para formar desde la niñez a los futuros hombres y mujeres ciudadanos de aquel Estado. La confianza que se creaba en aquel lugar con el profesorado debido a que los niños y niñas ingresaban a la edad de cinco años hasta los dieciocho, hacía que ellos mismos, ambos sexos, tuviesen la autoridad o el beneplácito permiso para organizar fiestas clandestinas, sobre todo en los fines de semana, momento en el que los residentes cercanos al colegio y los más pequeños aprovechaban para estar con la familia en su propio hogar, desgraciadamente ellas carecían de aquello ademas de vivir a varios kilómetros, por eso sus visitas al pueblo eran más tardías.
La fiesta fue organizada por Luzbella que siempre intentaba camelar a los chicos más apuestos del colegio vecino. Por la verja que separaba el terreno y a la hora del tiempo libre, la muchacha intentaba comportarse como su hermana, buenos modales, educadas palabras no habría nunca duda de que los jóvenes en ese instante creyesen que la que les citaba para el evento no era Luzlinda ya que por el físico y la la voz eran idénticas.
Un viejo tocadiscos prestado por una de las profesoras serviría para amenizar aquella fiesta de tan solo seis personas, tres chicos, las luces y su mejor amiga, Hanna. Ella y Luzlinda fueron las ultimas en llegar, eran quienes llevarían la bebida y el hielo. Luzbella se encontraba rodeada entonces de los jóvenes que la galanteaban con bonitas palabras calificándola de guapa y de simpática llamándola en todo momento Luzlin.
Al acercarse la autentica y así llamada, un gesto de complicidad obligo a esta a que no descubriese a su hermana, Luzbe otorgaba uno de ellos a los chicos y a cada una de ellas, quedándose con el que a ella más le gustaba y el que repetía incansablemente que si de verdad era Luzlinda, ya que sus amigos le habían hablado muy bien de ella, sin saber que en realidad de quien hacían referencia era de ella misma. A consecuencia de su carisma a la hora de entablar una amistad o relación y ya no solo por el físico ya que eran idénticas Luzlin atraía más, cosa que aprovechaba su hermana para quitarle cualquier presunta conquista. Pero sin duda a la larga cualquier palabra mal sonante o alguna otra fuera de lugar delataban a Luzbe que enfadada abandonaba la fiesta presa de la rabia y la envidia pues a pesar de ser como una misma mujer los hombre preferían a Luz1. Como fueron identificadas ya de pequeñas con las pulseras.
Aquel vinculo de odio a su hermana fue creciendo, ya que para cualquier cosa ella siempre era la primera en todo, siempre premiada por su saber por los profesores, la que más pronto aprendía en la cocina, la que siempre estaba dispuesta para atender a los más pequeños, se prestaba a todo en general, los chicos la preferían y ella no se explicaba el porque de toda aquella predilección. En sus pensamientos llegaba a rechazar aquel gran parecido que las hacía iguales a los ojos de los demás, ya no quería ser como ella, ¿pero qué podía hacer? Se preguntaba entonces Luzbella, encendiendo su ira cuando les comunicaban que su padre se había agravado y que llamaba sin cesar a su hija Luzlinda.
Antes de que el fin del curso tuviese lugar, las Luces tuvieron que abandonar el colegio, la enfermedad de su padre ya se desencadenaba en un terrible final, por lo que las dos hicieron su equipaje y aunque solo una de ellas era requerida por su progenitor las jóvenes partieron a LittelGreen acompañadas solamente por sus sentimientos, dejando en el colegio un gran vacío y en el todas sus esperanzas de volver para la graduación.
La pequeña clausura de la que venían, les pedía a gritos que desde la estación donde el tren las había dejado cruzasen los pastos verdes que las habían visto nacer, aquellos por los que corretearon de niñas mojándose con las gotas de roció que el amanecer había dejado. Cargando su maleta cada una andaba despacio, una detrás de la otra, siempre una la primera ¿y por qué? Se preguntaba en aquel momento la que iba en segundo lugar detrás de su hermana.
Al llegar cerca del gran almacén donde se recogía toda la cosecha del pasto para abastecer al pueblo y donde siempre estuvo trabajando su padre hasta que enfermo, las gemelas descansaron sentándose cerca de una de las cosechadoras que en aquel momento se encontraba parada por el también supuesto descanso de los jornaleros.
La que presidia aquella fila india de dos fue la que eligió dicho entorno para recobrar fuerzas y continuar luego más frescas el camino. Estaba sentada justo entre las aspas afiladas que segaban la hierva, brillaban de tal modo que su rostro se reflejaba en ellas.
Su hermana enfrente también se miraba en ellas como en un espejo y donde veía su propia imagen en la faz de su hermana.
En un intento de apartar uno de los hierbajos que quedaba colgando en una de ellas y que deslucía aquel particular tocador de belleza, donde las jóvenes se retocaban el cabello, al extender su brazo este choco con su cabeza provocando que la mejilla rozase aquella afilada cuchilla.
La sangre manifiestamente escandalosa comenzó a salir salpicando a las dos. La herida parecía considerable por lo que su hermana arranco de un tirón un trozo de su vestido y lo apretó fuertemente en la cara de su hermana que asustada lloraba.
La tragedia se valió de la casualidad y ocurrió lo que ella estaba pensando unos minutos antes que podía ocurrir y que ocurrió. Pero aquel incidente no terminaría ahí, el infortunio se cernió en la gemela que se había sentado tranquilamente entre las cuchillas de la segadora supuestamente en descanso.
Justo en el momento que esta iba a levantarse un ensordecedor ruido las asusto a ambas, era el del motor de la maquina que sin saber como se encendió echando a andar de golpe. La enorme maquinaria pesada ignoraba que alguien estuviese tan cerca, lo mismo ocurrió con el trabajador que la conducía y solo a los gritos de su hermana pidiendo socorro detuvo aquella mole de hierro.
Aquellos enormes neumáticos y a pesar de la prontitud del conductor pasaron por encima de sus piernas aplastando una de ellas en su totalidad, ya no importaba el corte en el rostro, ni la sangre que llamaba la atención sobre su blusa, solo le importaba su miembro que se tambaleaba como el de una marioneta. Aquel buen hombre lleno de coraje al ver su desatino salio corriendo llevando en brazos a su desafortunada victima que lloraba y se lamentaba desconsoladamente, la acerco hasta la carretera y así haciendo señales de socorro fue auxiliado por un vecino del pueblo. Su hermana llego en el momento justo, casi en marcha subió al automóvil y enseguida fueron reconocidas.
Todo el pueblo sabia que las Luces volvían a consecuencia de la enfermedad de su padre, que por las noticias que circulaban entre los vecinos no tenia muy buena expectativa y ahora seguro que al saber de este accidente aún seria mucho peor su situación.
Mientras su hermana trataba de consolarla de sus lamentos, entre el conductor y la pasajera sana, surgió una conversación un tanto atípica para con la situación.
Pero al fin llegaron al hospital y la herida fue ingresada, pidiendo las dos a su auxiliador que no revelase nada a su padre, ya que podría ser nefasta para él la noticia.
Ayudada por su muleta, en esta ocasión ya que su hermana era su punto de apoyo en aquella tragedia, intentaba aquella mañana llegar al aseo, allí como cada día arreglaría su cabello rojo como el fuego, las secuelas de aquel accidente la habían retirado del hogar familiar cuatro meses que duro su recuperación en el hospital donde fue ingresada. Su rostro mostraba la cicatriz que dejo la herida con tan mala fortuna, su pierna inmovilizada de por vida, tras dos operaciones seria la herencia que tendría por el infortunio, pero lo que más le dolía a la muchacha, no era las secuelas que le ocasiono, ni los dolores físicos que tendría mientras viviese, todo aquello pensaba que era superficial, lo que más le angustiaba era que nunca más podría ser ella misma, ni para el pueblo y menos aún para la familia.
Cuando la vida te da un revés, no hay nada, ni nadie que pueda evitarlo, es algo corriente en las personas que deseen que las cosas les salgan a pedir de boca, que cuando algo nos interesa dependiendo de nuestras ideologías, nos aferremos a un clavo ardiendo y que pidamos con ansia aquello que deseamos. Pero la vida tiene adversidades y dependiendo del modo en que anhelemos algo así de ese modo lo obtendremos, tanto si es bueno como si es en perjuicio de los demás.
Hay que tener muy en cuenta que todo lo que se desea llega, tarde o temprano conseguimos nuestros sueños, nuestros deseos y cuando en realidad llegamos a alcanzar aquello que hemos pedido y de igual modo y fin lo hemos deseamos, así se nos sera concedido ….
George la llamaba con desesperación, su dolor era insoportable, su hija se encargaba de él a petición propia, en aquella convalecencia que nunca fue tal, a pesar de ser gemelas y quererlas a las dos por igual siempre y debido a su agradable carácter la prefería a ella, después de abandonar el colegio las hermanas vivían con su padre, esta era su mano derecha, en aquel momento curaba su llaga empapando aquel algodón en morfina. Cuando acerco su mano fue tomada por su progenitor que con lagrimas en los ojos le agradecía su ayuda y dedicación. Ella correspondió a sus palabras con un tierno beso en la frente, mientras él le decía que no sabia que hubiese sido de él si ella y su hermana no le hubiesen acompañado en ese ultimo año. Sobre todo hacia referencia a su trabajo y las horas dedicadas a él. La joven hija le argumentaba que solo habían hecho lo que le tocaba hacer por ley, que su legalidad para con él era su derecho, antes y con la falta de su madre desde pequeñas ellas eran quienes habían recibido su cariño y ayuda. En aquel instante una calma de sentimientos cubría el rostro de George, se moría, no habría remedio, aquellas palabras sonaban como las ultimas que pronunciaría.
- Luzlinda hija, llama a tu hermana creo que ha llegado mi final.
- Papá esta aquí.
Apoyada en el quicio de la puerta lloraba desconsolada viendo como su padre se moría. Se acerco despacio arrastrando su pierna y cubriéndose la parte del rostro desfigurado con la mano y justo cuando estaba al lado de su hermana, esta le dijo ….
- Ya termino todo Luzlinda, puedes acercarte a darle un beso, hermana tú eras su preferida ….
© Adelina GN